jueves, 31 de diciembre de 2015

¡FELIZ 2016!

Deseo a todos un nuevo año maravilloso, lleno de cosas buenas, nuevas experiencias y sensaciones y mejores compañías. ¡Que se cumplan todos sus buenos deseos! ¡Feliz 2016!

viernes, 25 de diciembre de 2015

lunes, 14 de diciembre de 2015

APRENDIENDO A LEER

   No se que dirán las encuestas del CIS sobre la comprensión lectora de los castellano hablantes pero, dentro del BDSM, hay ocasiones en las que me planteo si todos hablamos el mismo idioma. Soy consciente de que el lenguaje escrito propicia los errores de interpretación; la falta de entonación, la empatía que se tenga con quién escribe, el contexto cultural e incluso nuestro estado de ánimo, entre otros factores, condicionan lo que interpretamos al leer. Pero, aun teniendo ésto en cuenta, hay veces que leo comentarios tan extravagantes que me hacen releer el texto original para comprobar que estemos hablando de lo mismo. En ocasiones también me ha ocurrido con mis propios textos. De repente leo comentarios que no tienen ninguna relación con el tema principal, ¿soy una pésima comunicadora o quién lee se perdió tras el primer punto? 

  ¿Por qué ocurre ésto? Sin duda existen múltiples y muy diversas causas pero hay algunas que me llaman especialmente la atención. 

   Una de las más poderosas proviene de los prejuicios hacia quién escribe. Un grupo puede tener 4000 miembros pero debatir, debaten cuatro. Normalmente los mismos cuatro que también son activos en el resto de grupos. Por tanto acabas debatiendo siempre con el mismo centenar (por ser generosos) de personas. Como es lógico sentiremos afinidad por unos y aversión por otros. Y ésto lleva a que haya personas que, antes de comenzar a leer, ya hayan decidido su opinión solo con ver quién escribe. Es algo muy triste... y muy tonto. Siempre es posible aprender de los demás y que alguien no te caiga bien no implica que no puedas estar de acuerdo con algunas de sus opiniones. Leo a personas contradecir a otras en absurdidades por norma. No me sorprendería si un día alguien afirma que el sol sale por la noche solo por no dar la razón al contrario. Este tipo de personas no entienden lo que está escrito sino lo que ellos quieren entender. 

   Numerosos son los valedores del discurso políticamente correcto. Estos conocen a fondo todas las frases e ideas "de manual" y las esgrimen en cualquier situación; actitud, por cierto, que poco aporta al crecimiento personal y colectivo. No "se mojan", no entran en controversias, no se arriesgan ni se exponen. No dudo que tendrán opiniones propias que en algún momento difiera de la norma, pero no las dirán. En el fondo no me extraña viendo lo frecuentes que son los linchamientos públicos a quién osa opinar distinto a lo oficiosamente establecido. 

  Hay textos que simplemente son incomprensibles. No todo el mundo posee la misma habilidad para plasmar sus ideas. Frases mal construidas y ausencia de signos de puntuación son las mayores trabas para la comprensión de un texto. Si no somos capaces de hacernos entender, ¿cómo vamos a indignarnos cuando no nos entienden? Las normas gramaticales existe por un motivo. Sin ellas la lectura se vuelve árida e incomprensible.

   Especial mención merecen los que leen con la actitud "soy el ombligo del mundo". Para éstos, cualquier cosa va dirigida personalmente contra ellos. No importa que no conozcan a quien escribe, se lo toman todo como un ataque. Este egocentrismo desmedido y mal enfocado les lleva a frecuentes malentendidos ya que, cuando leen, lo hacen "a la defensiva".

   Uno de los principales indicadores de que muchos usuarios leen sin llegar a ser verdaderamente conscientes de lo que está escrito es la costumbre de compartir frases y textos "de manual". Hay veces que, cuando las analizas, ves que dice alguna burrada y sin embargo casi nadie lo ve. Por no hablar de la incoherencia entre los distintos discursos de una misma persona. 

   En definitiva, me resulta realmente triste comprobar el bajo nivel de comprensión lectora del que cada vez más hacen gala. Convendría que todos recordásemos que, antes de escribir, hay que aprender a leer... y eso es mucho más que juntar sílabas. Es aprender a que los árboles te permitan ver el bosque.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

CARTA DE PRESENTACIÓN

   Me gustaría recuperar este artículo ("Rellenando el currículum") para comentar algo que vengo observando en los últimos tiempos. 

   Viene a colación de la última frase que escribí aquí, en tono de chanza dije que iba a buscar a mis ex Amos para pedirles una carta de recomendación... Era una broma, obvio, pero últimamente leo cosas que me hacen replanteármelo.

   Hace unas semanas, en un grupo en una red social, leí como se pedían "referencias" que demostraran el tiempo que cada uno llevaba en el BDSM y si éramos reales. Cuando pregunté cómo se podía demostrar eso me contestaron que con fotos o con otras personas que nos avalen. Veamos, cualquiera puede hacerse una foto con un corset o con una fusta en la mano, ¿nos convierte eso en practicantes de BDSM? ¿Cualquier modelo que haga fotos de esta temática es practicante de BDSM? ¿Cualquier persona que se disfrace de Dómina para una fiesta es practicante de BDSM? ¿Qué demuestra una foto a parte de que se tenga ropa fetish? Y ya que estamos... ¿si te hace la foto en vaqueros ya no eres un auténtico Dom/sum? En cuanto a que te avale otra persona... ¿Por qué la palabra de otro vale más que la mía? ¿Hay algo que impida que un grupo de amiguetes se avalen entre ellos? ¿Quién avala al supuesto avalista? 
   Ni siquiera existe un criterio unitario sobre lo que es y lo que  no es BDSM o lo que es un buen Dom/sum... ¿Cómo vamos a demostrar nada? Y, por otra parte... ¿Para qué? ¿Qué necesidad hay de demostrar nada? Si alguien es feliz con lo que hace y no daña a nadie, ¿qué más da contar o no con la aprobación de desconocidos? Sinceramente, no lo entiendo.

   Ayer mismo, en otro grupo distinto, leí como alguien que se definía como AMO (así, con muchas mayúsculas y, por cierto, sin sumisa), tras unas frases alertando a las sumisas de que el BDSM no es una película y que es cuestión de sentimientos y otras frases por el estilo, poner su anuncio buscando sumisa, pidiendo a las candidatas que le enviasen una carta de presentación. ¿En serio? ¿Una carta de presentación? ¿Contamos nuestra formación y experiencia profesional? 

   ¿Estamos perdiendo el Norte? ¿Sigue siendo el BDSM unas prácticas englobadas en unos sentimientos de entrega, servicio, dominación, cuidado... o es un intercambio comercial, algo que se compra y se vende? ¿Dónde ha quedado el conocerse, charlar, dejar que surja la química? ¿Ahora el modo de establecer una relación es opositar como si de un trabajo se tratara?

   Siempre que leo algo así me surge la duda de si alguna sumisa contestará a estos anuncios. Honestamente, no me veo escribiendo mis virtudes, experiencias y proyectos de futuro para que sean analizados por un desconocido, como si de un artículo comercial se tratara, y decida si soy válida o no. 

   Y, ya que estamos, me surge otra duda... ¿Este AMO enviará también su carta de presentación a sus candidatas para ser evaluado del mismo modo?
  


martes, 8 de diciembre de 2015

MENTE ABIERTA... RESERVADO EL DERECHO DE ADMISIÓN

Cuando encontramos a personas que practican BDSM es habitual presuponerles cierta apertura de mentes ya que hay prácticas que difícilmente son asumibles desde la estrechez de miras. Por supuesto hay excepciones y, especialmente, "apertura de mente selectiva"; es decir, muy abiertos para algunos temas y cargados de prejuicios e intolerancia para otros. Pero, dejando de lado estas particularidades, en general podría decirse que los "bedesemeros" tenemos una actitud abierta frente al sexo. ¿Y eso qué significa? ¡Según quién lo diga, como siempre! En mi caso entiendo por actitud abierta poder hablar de sexo sin los habituales tabúes impuestos por la sociedad; no descartar por norma el probar cosas nuevas; no cerrarse a experiencias; no limitarse a lo "tradicional"; no avergonzarse de nuestros anhelos... Probar, experimentar, disfrutar... con todo aquello que esté a nuestro alcance. Sobra decir que con sensatez y cordura. Sin embargo, a veces encuentro a personas que muestran una visión distinta de lo que implica tener "una actitud abierta". Hay quien no ve personas, solo roles, propiciando así situaciones de lo más desagradables. Es, por desgracia, usual cruzarse con personajes que creen que todo el monte es orégano. Dominantes que se pavonean por las fiestas, fusta en mano, dando azotitos a todo sumiso con el que se cruzan; Dóminas que consideran su prerrogativa que todo sumiso le rinda pleitesía; sumisos que "besan los pies" de cualquiera que vista una mayúscula; Dominantes que llaman perra a cada sumisa con la que hablen; Dom y sumis que creen que, por el mero hecho de compartir aficiones, ya pueden tomarse las libertades que quieran... Soy sumisa, me gusta ser sometida y me gusta el sexo en muchas de sus variantes. Pero eso no da carta blanca a ningún Dom o sum para comportarse conmigo como si tuvieramos algun tipo de relación íntima. Disfrutar del sexo y del BDSM con la pareja y con otras personas no implica ser promiscua; no significa que no sea selectiva y no hace que sienta interés por cualquier desconocido que sostenga una fusta. Un desconocido sigue siendo desconocido por muy Dom o sumi que sea. No voy besando a desconocidos por la calle; si voy a un bar a tomar algo no toqueteo al que está a mi lado en la barra; no obedezco órdenes de todo Dom (o que diga serlo) con el que me cruce... Cuando leo a esos desconocidos que responden a un comentario y se despiden con un "besos y azotes" o similar suelo pensar "¿qué hemos compartido tu y yo para que te tomes esas confianzas?". Soy muy selectiva con las personas a las que beso y más aún con las que puedan azotarme. "Es una forma de hablar", diréis. Cierto, pero demuestra falta de respeto y un exceso de confianza, para mi, fuera de lugar. Será que yo soy de mira estrecha, pero no soy sumisa más de quién elija serlo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

"BUENOS, MALOS Y REGULARES"

   Hoy estoy especialmente casada de lo "políticamente correcto". Estaba pensando en algo que he leído muchas veces, aquello de que  no hay malos dominantes ni malos sumisos. Sinceramente, me parece absurdo decir algo así. Hay buenas y malas personas, buenos y malos políticos, buenos y malos médicos, buenos y malos amigos, buenos y malos compañeros de trabajo, buenos y malos profesores... Eso nadie lo pone en duda... Hay buenos y malos ¡de todo! menos en el BDSM; aquí, según algunas opiniones, no hay malos dominantes ni sumisos. ¡Menudo misterio de la humanidad! Deberían estudiarlo en "Cuarto Milenio". ¡Y qué consuelo, oigan! Si eres mala persona, mal profesional, mal amigo, ¡ningún problema!, hazte dominante o sumiso, que en el BDSM todos son buenos. 

   Me ha venido a la mente un silogismo. En el BDSM todos son buenos en su rol, no hay malos. En el BDSM hay pseudos Amos/sumis... Luego todos los pseudos Amos/sumis son buenos en su rol. ¡Qué cosas! ¿Por qué se meterá tanto la gente con los "pseudos"? ¿Por qué usarán eso como insulto si en el BDSM no hay malos Amos ni malos sumisos? 

   ¿Qué es ser "bueno" y "malo"? Recurramos a los expertos, como siempre que hay dudas (veamos las acepciones que tienen relación con el tema).

"Bueno"
1. De valor positivo, acorde con las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza o destino.
2. Util y a propósito para algo.
3. Gustoso, apetecible, agradable, divertido.
4. Grande.
8. Bastante, suficiente.

"Malo"
1. De valor negativo, falto de las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza, función o destino.
2. Nocivo para la salud.
3. Que se opone a la lógica o a la moral.
4. De mala vida o comportamiento.
7. Desagradable, doloroso.
9. Inhábil, torpe, especialmente en su profesión.

   Teniendo ésto en cuenta, si alguien es inhábil, torpe, no tiene las cualidades atribuidas a su rol... ¿sigue siendo un buen Amo/sumi? Para mí, no. Y ya está. Me da igual la corrección política. Puedo considerar que alguien es un mal panadero porque quema el pan en el horno y se olvida de la mitad de los ingredientes; o es una mala limpiadora, porque se deja cosas sucias todos los días; o es un mal compañero de trabajo porque deja su trabajo sin hacer y le echa las culpas a los demás... Del mismo modo, cuando alguien no alcanza las cualidades esperadas en un rol, es malo en ese rol. 

   Ahora bien, ser bueno o malo, en muchos casos, es algo subjetivo. ¿Quién es el bueno y el malo en una guerra? Claramente se considerará bueno el que gana, que es el que escribe la historia. Ambos  bandos tendrán sus motivos que creerán justos. Desde fuera, podremos posicionarnos de un lado u otro, pero desde dentro, sin duda todos se consideran los buenos.

    Con las personas ocurre lo mismo. Todos tenemos una serie de expectativas cuando tratamos con otras personas; todos esperamos ciertas cualidades de su rol. Si vamos al médico y este nos escucha con paciencia, estudia a fondo nuestro caso, se preocupa, hace las pruebas pertinentes, no tiene despistes ni errores, lo consideraremos un buen médico. Si no ve nuestro hueso roto en la radiografía, si mientras pasa consulta interrumpe para charlar por teléfono, si le quita importancia a nuestras dolencias, si pierde nuestros informes, lo consideraremos un mal médico. Si el pastelero me hace una tarta preciosa y rica será un buen pastelero; si me la entrega tarde, no era lo que le encargué y sabe fatal será un mal pastelero. ¿Qué ocurre? Que cada uno cuenta la feria según le va. Puede ocurrir que, ese mismo pastelero, haya creado una obra de arte para otro cliente, por tanto su percepción será distinta a la mía. Hay personas que me quieren, que me valoran y aprecian, que ven cualidades en mí... seguro que para ellas soy buena persona. Hay otras que no me soportan, con las que he discutido y, quizás, incluso me odien... para ellas seré una persona horrible. ¿Por qué iba a ser distinto en el BDSM? Seré una buena sumisa para algunos, aquellos que gusten de mi forma de ser, de pensar y de expresar la sumisión. Y seré una mala sumisa para aquellos que no comulguen con mis ideas, para los que busquen algo distinto a lo que soy y doy. Me parece ridículo que solo por denominarme sumisa ya tenga que ser "buena sumisa" para todo el gremio. ¡Pues claro que seré una mala sumisa para muchos! Pero, ¿qué más da? La única opinión que me importa es la de aquellos a los que quiero y aprecio; la de aquellos que me conocen (conocer de verdad, no lo que ahora entienden algunos por "conocer" (saber cuatro cosas de ti y haber charlado dos veces) ) 

    ¿Hay buenos y malos Amos/sumisos? Pues sí, si que los hay. Eso sí, dependerá de lo que cada uno espere y, con total seguridad, mis "malos" Amos/sumis serán maravillosos para otros y viceversa. Y eso es lo que realmente importa, encontrar a la persona con la que encajar y ser feliz; no decir frases hechas para quedar bien.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA SUMISIÓN DEL DOMINANTE

   Hay días que me planteo si mi modo de entender la Dominación está totalmente alejado de la visión más extendida. No es que me importe, por otra parte. Con que me valga a mí, no necesito que nadie más lo comparta. Pero si que me resulta curioso leer algunas actitudes tan diferentes de las mías.
   
   No se si el problema es que hay muchos más preocupados por decir lo políticamente correcto que por sincerarse con lo que realmente sienten y desean. Muchos de los textos y de las opiniones parecen recitados del manual del perfecto Amo/Dom/sum. Como yo esos manuales los uso para encender el fuego de la barbacoa, lo de recitar el catecismo del BDSM no va conmigo. Tampoco decir lo que se considera políticamente correcto. Personalmente considero que no hay nada tan irrespetuoso como decir lo que se considera correcto en lugar de lo que realmente pensamos. 

   Tengo una idea de lo que es la Dominación dentro del BDSM que cada vez casa menos con la realidad que observo. Un Dominante necesita, para mi gusto, una serie de cualidades imprescindibles tales como paciencia, honestidad, apertura de mente, ingenio, sentido del humor y un largo etcétera. Sin embargo, no es un modelo sacado de un folletín; siempre con esa pose enigmática y elegante, siempre perfecto, que todo lo sabe y domina todas las técnicas. Un Dominante es una persona como otra cualquiera y, como tal, es falible. Los Dominantes se equivocan, comenten errores, "meten la pata", en ocasiones no entienden a su sumisa, no siempre saben lo que necesita (¡si ni nosotras mismas lo sabemos!)... Un Dominante íntegro, consciente de lo que es y, especialmente, de lo que no es, sabe pedir disculpas cuando es necesario, no se avergüenza de reconocer lo que no sabe y de buscar a quién si sepa, puede ser alumno tanto como maestro, debe ser humilde para reconocer sus defectos y carencias... Porque sí, todos los Dominantes tienen alguna carencia, no hay nadie que sepa absolutamente todo sobre todos los temas y reconocerlo no le hace menos Dominante, al contrario, le engrandece como persona. Todo ésto, no obstante, son cualidades que apreciaríamos en cualquier persona, independientemente de su rol. Más aún, son cualidades que busco en cualquier persona vainilla. Solo hay una característica que buscaría en un Dom y no en un vainilla... ¡qué sea Dominante!

   Obvio, pensaréis... Y sin embargo es la característica que más echo en falta últimamente. Porque la dominación tiene que comenzar por uno mismo y esa, por desgracia, en más casos de los deseables brilla por su ausencia. Veo a demasiados Dominantes que pierden los papeles a la primera de cambio; que insultan para pedir respeto (¿se puede ser más incoherente?), que se ofenden con todo aquel que no le baila el agua, que andan lloriqueando "es que no hay sumisas de verdad" (¿te has planteado que igual están con "dominantes de verdad"?), que denigran la opiniones que no coinciden con la suya... Lo siento, si no puedes dominarte a ti mismo, ¿cómo vas a dominar a otros? 

   Y, ya apartándonos del todo de la corrección política, veo a Dominantes que tienen un concepto de Dominación más cercano a la sumisión. Dominantes que hacen solo lo que la parte sumisa quiere, cuando ella decide y como ella elige. Una vez, en una charla, uno me dijo: "no te haré nada que tu no quieras"... "¡Pues vaya aburrimiento de dom!", pensé yo. A otro le leí contar como antes de cada sesión explicaba paso a paso a la sumisa todas y cada una de las prácticas que iban a realizar, de qué modo y en qué momento (¿dónde queda la sorpresa y la improvisación?) Creo que hemos llegado al punto de confundir el respeto a los límites con la sumisión del dominante. Por supuesto, no hay duda de que la última palabra la tiene la parte sumisa ya que, sin su consentimiento, no hay dominación posible. Pero, una vez claro estos términos, habría que ser coherentes con el rol elegido. 

   Quizás sea que yo tengo un concepto de la Dominación ya anticuado, no lo se; pero para mí, dentro de los límites pactados, el Dom es quien elige qué, cómo y cuando. Lo contrario, cuando yo empecé, se llamaba "dominación desde abajo", un concepto que ahora parece haber caído en el olvido en aras del "respeto" a la sumisión. Si busco un Dominante es para que domine; de lo contrario, mejor me busco un sumiso y ya le ordeno yo que me azote y me ate cuando me apetezca. Querer dominar no implica saber hacerlo. El equilibrio entre el respeto y la Dominación es difícil de obtener y mantener, de manera que ahora resulta que los que acaban cediendo el control son los "Dominantes"... y lo más triste es que ni siquiera se dan cuenta de ello.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

HASTA EL MOÑO DE GREY

   Estoy hasta el moño de Grey, por no decir otra cosa. No hay un grupo de BDSM, un debate, una broma, una conversación donde no aparezca el Grey de las narices. Curiosamente, una vez pasada la temporada de la película, en el ambiente vainilla no oigo hablar de él más que esporádicamente. Fue, como tantas modas temporales, algo que alcanza mucha fama y luego deja de ser interesante hasta que salga la siguiente película. Pero el ambiente BDSM parece que no es capaz de dejarlo caer en el olvido. Así que, en realidad, no estoy hasta el moño de Grey, lo que me trae frita es toda la gente "bedesemera" que no para de hablar de él.

   De verdad que me hastía hasta la saciedad. Grey tiene la culpa de todos los males del BDSM. Es nuestra bestia negra particular. No hay día que no lea a alguien la manida coletilla de "qué daño ha hecho Grey al BDSM" o "lo de Grey  no es BDSM". Y la verdad es que, por más que miro y remiro, no consigo ver dónde está el daño. 

   Vamos a ver... El protagonista tiene una buena retahíla de traumas de la infancia, sufrió maltrato y no se termina de aceptar como dominante. Algo que, por supuesto, no se da en el BDSM. 
   Claro que, hace unos meses en un grupo anglo, hablando de experiencias pasadas, había un par que habían sufrido violencia de género, otra sufrió abusos infantiles y más de la mitad tenían o habían tenido algún tipo de trastorno ansioso medicado farmacológicamente. Tengo que acordarme de comentarle a todas ellas que debido a sus experiencias pasadas deberían dejar el BDSM por muy felices que puedan ser ahora. Pensándolo bien, yo también debería dejarlo ya que me costó muchísimo aceptar mis tendencias sumisas. Años de pensar que estaba mal de la cabeza, de tener sentimientos de culpa y de pensar que hacía algo malo. Y es que los "verdaderos bedesemeros" nunca han tenido dudas, solo han tenido experiencias positivas a lo largo de su vida y han tenido claros sus sentimientos desde que salieron de la cuna. 

   ¿Qué más? Es un obseso del control, se preocupa por la salud y bienestar de su sumisa, usa palabra de seguridad, es sádico, le gustan los juegos discretos en público, las ataduras, los azotes e incluso se preocupa por sus ex sumisas. Algo, por supuesto, nada deseable en un Amo. Esas cosas no las hace ningún Amo auténtico, ¿no? A decir verdad, ese detalle de preocuparse por sus ex, a pocos "amos de verdad" se lo he visto. Lo que si he visto es a muchos despotricar y machacar a sus ex en público.

   Comete el terrible crimen de ocultárselo a su familia. ¿A qué auténtico Amo se le ocurriría ocultarlo? Eso no lo hace nadie serio, ¡por favor! ¡Y encima se atreve a tener una mazmorra en su casa! ¿Quién querría tener una sala de juegos tan a mano?

   Por no hablar de ella. Una chica que descubre que le gustan los juegos sexuales pero no el control y dominación fuera de ellos. ¡No existe en la vida real ninguna sumisa así! Y mucho menos que no entienda bien lo que quiere y se muestre tan indecisa entre lo que siente y lo que la sociedad enseña que debe ser una mujer moderna.

   Tengo que decir que leí los libros antes de que se pusieran tan de moda. De hecho, el segundo y el tercero los leí en inglés porque aún no se habían publicado las traducciones en español. Me costó un mundo acabarlos porque no me gustaron, tienen una literatura pobre y una historia llena de tópicos. Me obligué a ello porque me gusta opinar con conocimiento de causa. Eso si, los leí como lo que son, unas novelas con tintes erótico-festivos (nunca me ha ido la novela rosa). No son ni pretenden ser un manual de BDSM. Es simplemente la historia de dos personas, que viven el BDSM a su manera. Porque, según se repite cual mantra, todos los modos de vivirlo son respetables mientras sean SSC (sin comentario). Yo vi una pareja que consensúa todo lo que hace (demasiado incluso, para mi gusto), son adultos que toman precauciones en cuanto a seguridad y actúan con bastante sensatez. Igual es que yo leí otros libros distintos. ¡Ah, pero claro! Todos los modos de BDSM son respetables siempre que encajen con el nuestro, ¿no?

   ¡Pero es que el tipo lleva a su sum en helicóptero y le hace regalos caros! ¿Y qué? No es más que un recurso literario para adornar la historia. Estoy segura que ningún Dom ni sum querría tener tanto dinero; es mucho mejor vivir agobiados por la hipoteca y mirando las etiquetas de los precios antes de comprar. Y, por supuesto, ningún Dom de verdad hace regalos a su sumisa en función de sus posibilidades económicas. 

   No perdamos la perspectiva. Es una novela y como tal hay que leerla. No es una clase de BDSM. Ahora parece que cuanto más critiques los libros más "auténtico" eres. Si te pones un nick sacado de los libros no es porque el libro te guste, es porque no tienes ni idea y crees ser lo que no eres. Porque, obviamente, el que se pone un nick sacado de "El señor de los anillos" es porque se cree un elfo y no conoce la diferencia entre lo real y lo imaginario. ¡A ver si mostramos un poco de ese sentido común que tanto cacareamos!

   Cada uno llega al BDSM por el camino que encuentra. Yo personalmente descubrí que lo que sentía tenía nombre leyendo relatos por internet que, por cierto, estaban mucho peor escritos y eran infinitamente más fantasiosos. Pero sirvieron a su propósito de ponerme en contacto. Posteriormente ya fue trabajo mío discernir la realidad de la fantasía y adaptar estas prácticas a mi mundo y mis principios. Probablemente, visto mis orígenes, también debería dejar el BDSM. ¿Cómo se me ocurre llegar a él de la mano de un relato cutre?

   Hay muchos libros y películas que tocan la temática BDSM. Algunos de lleno, otros sutilmente; los hay más acertados y más errados... pero ninguno es tan machacado como estos. Y, sinceramente, no acierto a comprender por qué, salvo por el hecho de que estos sean mucho más conocidos. Cuando leo hablar de otros libros o películas de BDSM lo entiendo menos aún. Ahí tenemos "The pet", por supuesto todos sabemos que el tráfico de órganos forma parte indispensable del BDSM; "The secretary", ¿qué decíamos de trastornos mentales?; "Historias de O", ¿quién no ha ido a un castillo a ser adiestrada? ¡eso lo hacemos todas!. Y en libros ni os cuento... "Monster", violencia de género en estado puro; "Saga La Bella Durmiente", sin duda todos vivimos en un cuento de hadas lleno de príncipes y princesas que son vejados y torturados para placer de los reyes; "Saga Pídeme lo que quieras", sexo duro sin una pizca de D/s; "Saga Vanir", vampiros contra licántropos, real como la vida misma, oiga; "Amos y Mazmorras", ¿quién no se ha ido a una isla a participar en una ginkana "bedesemera"? ¡es un plan básico de los fines de semana!.... y así un largo etcétera... Pero no, los únicos que han hecho "mucho daño" al BDSM han sido los de E.L.James... ¡por favor!. Pues yo, como me da igual lo políticamente correcto y las modas, le doy las gracias. No me cabe duda que muchos habrán puesto nombre a sus sentimientos, habrán dado alegría a su vida sexual o habrán descubierto sus tendencias. Luego cada cual que separe la paja del trigo, lo ficticio de lo real, y que disfrute como quiera o pueda. Yo me seguiré quedando con los de Sophie Morgan, por su sencillez, su naturalidad y su modo de contar una relación BDSM desde la cotidianidad y la rutina del día a día; sin castillos, ni dinero, ni delitos. Gente normal que trabaja, tiene familia, amigos y hobbies. Y, cuando lea algún otro libro, lo haré como lo que son; novelas que buscan entretener, no adiestrar.

lunes, 2 de noviembre de 2015

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE...

   A lo largo de los años y en distintas plataformas he asistido al recurrente debate sobre la diferencia entre sumisa y esclava. Puesto que no contamos con ningún organismo oficial que defina nuestras prácticas, no quedan más que las opiniones personales sobre cada término. Si somos incapaces de definir de modo unitario qué es algo general como el BDSM ¡cómo para ponernos de acuerdo en particularidades! Así, supongo que este debate se repetirá una y otra vez hasta la saciedad.

   Pero no es de la diferencia entre esos términos sobre lo que quiero reflexionar hoy. Eso es algo muy personal y cada uno lo definirá como dicten sus experiencias, sus ideas y sus valores. Eso da igual. Lo que me llama la atención es esa aparente necesidad que tenemos de poner nombre a todo, de clasificar y etiquetar. ¿A qué se debe? ¿Qué aporta?

   Sin duda, para comunicarnos, es necesario nombrar a las cosas de algún modo para referirnos a ellas. Así, cuando decimos "mesa", todos sabemos de lo que hablamos. Claro que en la mente de cada uno tendremos una imagen distinta. Algunos pensarán en la mesita de café que tienen ante su sofá, otros en la mesa de su despacho, otros en la gran mesa del salón o en la pequeña mesa de la cafetería donde desayunan. Todas tienen cosas en común pero también son muy diferentes. El problema es que el nombre general es el mismo para todas. Eso sí, a nadie se le ocurre ponerse a discutir porque "una mesa tiene que ser grande", "tiene que tener cuatro patas" o "tiene que ser de madera". Todos asumimos y aceptamos que existen muchísimos matices, formas, tamaños y colores y que, no por eso, unas son menos mesas que otras.

   Sin embargo, cuando hablamos de roles o prácticas que implican sentimientos la cosa se complica muchísimo. Especialmente cuando no están regulados de modo oficial, como ocurre en el BDSM. Y ésto suele generar intensos debates. Las controversias, en mi opinión, son buenas; obligan a la persona a argumentar sus opiniones para poder sostenerlas frente a las opiniones contrarias. Y eso, por fuerza, nos hace reflexionar. En ocasiones, nuestras opiniones se afianzarán, en otras evolucionarán y en otras incluso pueden cambiar a la opinión opuesta. Nunca he pensado que la finalidad de un debate sea convencer a nadie de tu punto de vista. Se exponen, se argumentan y se comparan con los contrarios. Pocas cosas cuentan con una única verdad absoluta, especialmente si hay sentimientos de por medio. Por tanto, es perfectamente factible que existan opiniones contrapuestas y que ambas sean ciertas, ya que lo que vale para uno no necesariamente debe valer para otros.

   Entonces... ¿a qué esa manía de nombrar todo? No se los demás, pero para mí es una cuestión de economía del lenguaje. Es mucho más fácil decir "sumisa" que "persona que disfruta poniéndose al servicio de otra, ofreciéndole su obediencia y cediéndole el control de diversos aspectos de su vida". Pero no solo es una cuestión de economía. Hay otra más importante aún para mí. Al definir (es decir, "fijar con claridad, exactitud y precisión el significado de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa") me obligo a pensar en ello, a profundizar y a no quedarme en la superficialidad; a buscar la coherencia interna entre mis principios, valores y creencias y el nombre que uso para cada cosa. A fijar los matices, en definitiva. Claro que estas definiciones solo me sirven a mí. Cuando hablo con otras personas no hay más remedio que exponer todos esos matices y, ¡gracias a quién corresponda!, nuestra lengua española es riquísima en adjetivos con los que completar la imagen que tenemos en mente.

   ¿Cuál es el problema entonces? El problema es que tenemos tendencia a quedarnos en el nombre y no mirar qué hay detrás de él. Nos dedicamos a discutir si es un sillón o un butacón (seguro que hay diferencias, muchos lingüistas opinan que no existen los sinónimos absolutos) en lugar de sentarnos en él y disfrutar su comodidad. Y lo único cierto es que, cuando me lo lleve a casa y me siente en él a leer un libro, cuando disfrute de su confortabilidad, su calidez, su piel, sus cojines... realmente me dará igual que el vendedor lo llamase de un modo distinto a como yo lo llamo.

   Para mí el BDSM está constituido por un conjunto de prácticas y, lo que les da sentido, es el sentimiento que ponemos en ellas. Y esos sentimientos son individuales e intransferibles. Cuando nombro a alguien lo hago según mis ideas, no las suyas, porque así organizo mi mundo. Pero eso no significa que esa persona se equivoque al definirse como "sillón".  Simplemente en mi orden encaja mejor como "butacón". ¿Soy sumisa, soy esclava, soy brat, soy mascota, soy bottom...? Pues probablemente dependerá de a quién se le pregunte. Total, ahora está de moda definir como "pseudo" a todo aquel que no encaje con nuestro modo de hacer las cosas. Lo único que me importa es cómo me defina yo. ¿Y cómo me defino a mí misma? No lo hago, porque lo que soy y lo que hago, lo que siento, lo que expreso, lo que vivo, lo que entrego y lo que recibo, no está condicionado por un nombre.

   Hace muchísimos años, cuando era niña, (bueno, no tantos años) leí un pequeño relato. Resumiré lo que recuerdo: Hubo una reunión entre personalidades de todo el mundo. Unos gritaban "peace", otros "paz", otros "paix", "frieden", "mír", "cbet", "paqe"... Tantos nombres distintos que nadie se entendía ni se ponía de acuerdo. Al final, alguien dibujó una paloma y puso fin a la discusión, pues todos comprendieron su significado.

   Si lo llamamos sumisa, brat, esclava, little girl, mascota... todos estaremos de acuerdo en que son cosas distintas, aunque esas distinciones varíen según opiniones. Si mostramos una imagen de alguien arrodillado ante otra persona, todos veremos lo mismo, matizado por nuestros valores y creencias, pero con la misma esencia.

   Las palabras separan, los símbolos unen.

domingo, 25 de octubre de 2015

REVISANDO EL SSC

   Sucede a menudo que las ideas, opiniones, doctrinas, conceptos… mutan con el tiempo y el uso, a veces llegando a olvidar su significado original. Incluso llega un momento en que aprendemos directamente ese significado adulterado sin ser ni siquiera conscientes del cambio producido.  Un claro ejemplo, dentro del BDSM, es el famoso concepto SSC “safe, sane, consensual”. No está de más parar un momento a coger aire, dejar de repetirlo como un mantra y echar la vista atrás para ver de dónde venimos y cómo hemos evolucionado.

   Fue (y es) un término que gozó pronto de mucha popularidad. Y, como ocurre con todas las modas, llega un momento que está tan extendida que empiezan a aparecer férreos detractores, hasta que se pone de moda justo lo contrario, es decir, no seguir el SSC. Muchas veces pienso en lo que se hace dentro del BDSM y la verdad es que a duras penas puedo considerar la mayoría de las prácticas como sensatas o seguras. Casi desde que escuché por primera vez esas siglas, fui consciente de que no eran suficientes para mí. No abarcan todo, no lo explican todo y, especialmente, no lo justifican todo. Y, curiosamente, sus mismos creadores opinan parecido.

   A mediados de 1983, se reunió un comité para buscar la “afirmación de la identidad y propósito” de los activistas S/M gays de Nueva York [New York’s Gay Male S/M Activists (GMSMA)], entidad cofundada por David Stein. La mayor parte de los practicantes de BDSM no tienen ni idea de quienes son o qué representa  el  GMSMA, sin embargo, la inmensa mayoría conoce una frase resultado de aquella reunión “safe, sane, and consensual S/M.” Sobre éste hecho dice Stein, autor de la frase, “maldíganme si quieren, pero éste no es el resultado que yo pretendía”

   En agosto de 1983, apareció la frase por primera vez en una memoria de la GMSMA:

“GMSMA es una organización sin ánimo de lucro de los varones gays del área de Nueva York que están seriamente interesados en un S/M seguro, sensato y consensuado. Nuestro propósito es ayudar a crear una comunidad de apoyo S/M para los varones homosexuales, ya deseen un estilo de vida total o una aventura ocasional, acaben de llegar al S/M o tengan una larga experiencia” (1)

   Como vemos, el SSC surgió en la comunidad gay masculina y en un contexto sadomasoquista, en un intento de distanciar estas prácticas de los comportamientos autodestructivos y de los abusos criminales o neuróticos hasta entonces asociados popularmente con los sadomasoquistas.

   En marzo de 1987, durante la Marcha por los Derechos de Gays y Lesbianas celebrada en Washington y posteriormente en la marcha de 1993, el colectivo S/M-Leather-Fetish extendieron y popularizaron la frase al utilizarla como eslogan; se imprimió en camisetas, salió en la prensa y presidió la enorme pancarta colocada en el edificio gubernamental de la Avenida de la Constitución que acogió la conferencia del S/M-Leather-Fetish. De este modo miles de norteamericanos y de extranjeros, vieron las tres palabras y las llevaron a sus respectivas comunidades.

“El problema es que, una vez que una idea es reducida a un eslogan que puede caber en una chapa o una camiseta, nadie puede controlar su significado. Todo el que la ve la interpreta según sus propios prejuicios y preconcepciones – todo depende de cómo entiendas las palabras clave” (1)

   Hay quien entiende “safe” como “carente de todo riesgo” y quién lo entiende como “no correr riesgos innecesarios”. Tras esta rápida popularidad, muchos practicantes creyeron que la frase devaluaba las prácticas, reduciéndolas a meros juegos picantes y desvirtuando el sentido del S/M. Tanto es así que, tras la marcha de 1987,  incluso hubo quien postuló el “unsafe, insane and nonconsensual”. Varios autores y activistas hablaron en contra del SSC y se propuso como eslogan alternativo el “risk-aware consensual kink”, lo que conocemos como RASK o RACSA.

   El mismo David Stein explica que, en sus orígenes, su propuesta no pretendía ser un eslogan, sino un punto de partida para dialogar sobre la comunidad, las tradiciones y la liberación homosexual. Más aún, en el escrito original se especificaba que su uso estaba destinado a todos los niveles del S/M, desde los principiantes y los que solo juegan ocasionalmente hasta aquellos que viven una relación de TPE (intercambio total de poder).  Sin embargo, con su popularización, se ha convertido en una especie de credo, en la respuesta a todos los debates, en lo políticamente correcto.

“Como resultado, algunas personas usan un simplista concepto del SSC como vara para golpear a cualquiera cuyos límites vayan más allá de los suyos, mientras que otros al parecer piensan que la mera palabrería del ídolo SSC les absuelve de comportarse con decencia y compasión. Ha echado raíces la idea de que todo lo que sea seguro, sensato y consensuado es bueno, y todo lo que no lo sea es malo.” (1)

   Definir es limitar; la GMSMA nunca pretendió limitar ni definir sino proponer un punto de partida para el diálogo. El SSC no puede tratarse como un dogma de fe, es una guía para separar las prácticas sadomasoquistas acordadas entre adultos de los malos tratos y el abuso. David Stein reconoce que el significado de las tres palabras es deliberadamente vago. “Seguro” no significa exento de riesgos, significa que se toman todas las precauciones posibles para no terminar en un hospital. Cuando hablan de “sane” principalmente se refieren a saber distinguir la fantasía de la realidad. En cuanto al “consenso”, no especificaron si se referían a consensuar cada paso o a tener un consenso inicial, lo que ahora se denomina con un confuso “consenso no consensuado” o “no consenso consensuado”. Lo que sí dejaron claro es que ni todo lo SSC es BDSM ni todo el BDSM tiene que ser SSC (entre otras cosas porque ni siquiera usaron el término BDSM sino S/M).

   Recomiendo a todos leer el excelente artículo, del que he ofrecido unas pinceladas en este texto, en el que Stein reflexiona sobre el SSC visto varias décadas después de su formulación. Y, que mejor para terminar, que una nueva cita suya:

“La palabra de seguridad no puede salvarte de una mala sesión o de una mala relación con alguien a quien no conocías tan bien como pensabas, y canturrear “seguro, sensato y consensuado” como un mantra no puede sustituir años de estudio y práctica en su guía a través del laberinto de elecciones que todos debemos hacer.”


(     (1)  Stein, D. ““Safe Sane Consensual” The making of a Shibboleth”. 

miércoles, 14 de octubre de 2015

DEFINIENDO EL DAÑO ACEPTABLE

   Hace unos días, ya no recuerdo dónde, vi un dibujo que mostraba a una mujer en una cama en actitud amorosa con un androide. Me recordó a una escena de la película "A.I." en la que una joven contrata los servicios sexuales de un robot. No me resulta descabellado pensar que pudiera convertirse en algo habitual en un futuro no muy lejano, más aún teniendo en cuenta que ya recurrimos a la tecnología para aumentar el placer. Un compañero biónico proporcionaría desahogo sexual sin riesgo de transmisión de enfermedades ni embarazos indeseados; no habría que invitarle a desayunar al día siguiente ni mucho menos contestar a incómodas preguntas tipo "¿me llamarás?". Dejando de lado las implicaciones éticas, morales y, por supuesto, los sentimientos de afecto y amor, me llevé esa imagen al terreno BDSM y aquí ya mi mente comenzó a divagar fuera de control. Me imaginé recurriendo a los servicios de un Dom robótico, programado para comportarse como mandan los mil y un manuales del perfecto Amo (le explotaría la placa base con tantas contradicciones, al pobre), con infinitos conocimientos de cada técnica, capaz de crear un perfil biométrico del cliente y analizar en tiempo real sus biorritmos para maximizar el placer, y ya puesto a pedir, con un físico a medida. No pintaba mal la cosa hasta que la aguafiestas de mi mente me recordó las Leyes de la Robótica, haciéndome ver que el perfectísimo (salvo por el detalle de no ser humano) Dom robótico sería imposible. 

   Para los no aficionados a la ci-fi resumiré de qué hablo. Dice la Segunda Ley que un robot debe obedecer a todo humano salvo que entre en conflicto con la Ley Uno. Y la Ley Uno establece que un robot nunca dañará a un humano ni permitirá por inacción que éste resulte dañado. He aquí el quid de la cuestión. ¿Cómo puedo esperar, por ejemplo, que mi (ya no tan) perfectísimo Dom robótico me azote? 

   Destrozado mi cuento de la lechera bedesemero, mi mente volvió a centrarse en la cuestión que mi fantasía había puesto sobre el tapete. El concepto de daño. Solía decir (ahora tengo que replantearme mi propia definición) que dentro de las prácticas BDSM son aceptables todas aquellas que, siendo consensuadas, no causaran daño ni a los practicantes ni a terceros. ¿Pero qué es dañar? La RAE lo define del siguiente modo en su primera acepción:
                 "Causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia"

   Hay que jod****, tira por tierra mi definición. Resulta que yo disfruto de que me hagan daño, por mucho que los ilustrados del BDSM digan que un Amo nunca hará daño a su sumisa. ¡Pues vaya aburrimiento (por no decir otra cosa) de Amo, qué quieren que les diga! Eso valdrá para parejas que rechacen hasta el menor indicio de sadomasoquismo en su relación; pero yo quiero que me hagan daño. "¡El sadomasoquismo es otro tipo de daño!", diréis. Pues releyendo la definición anterior resulta que se ajusta muy bien a lo que yo espero de ciertas prácticas. Yo disfruto del dolor de los azotes; de la molestia de las ataduras en posturas forzadas; de las marcas (secuelas temporales de un daño previo)...
   Según mi propia definición, ¿mis prácticas no son aceptables dentro del BDSM? No tengo ningún conflicto interno sobre ello, sí las considero aceptables; por tanto en mi definición la incorrecta y necesito redefinirla. Muchos pensarán que el daño es aceptable cuando, además de consensuado, es sensato y seguro. El famoso y sacrosanto SSC que parece esculpido en piedra y ser la panacea para todos los conflictos. Pero no todos los practicantes de BDSM se guían por esta filosofía y, sobre todo, lo de "sensato y seguro" es de lo más relativo.

   Lo primero que se me ocurrió fue especificar que no debían causar daño psicológico. Este tipo de daño es inaceptable para mi bajo cualquier circunstancia. Sin embargo, se queda incompleto. Pongamos que consensúo con mi Amo que voy a demostrarle mi entrega ofreciéndole el dolor de aguantar que me rompa una pierna. Estoy tan convencida de ello que no me supone ningún daño psicológico, ¡todo lo contrario!, el dolor será una catarsis de placer. Sin embargo no me parece aceptable. ¿Por qué? ¿Por qué romper una pierna no lo considero BDSM y azotar hasta dejar marcada la piel sí? ¿Qué diferencia hay? Lo único que se me ocurre es que en el primer caso se requerirá una posterior asistencia sanitaria especializada y en el segundo unos cuidados básicos al alcance de cualquiera. Cierto que también se te puede ir la mano azotando y acabar en urgencias; pero sería un accidente no una práctica que, antes de comenzar, ya sepamos que la terminaremos en el hospital.

   Así pues, resumiendo, me parecen aceptables dentro del BDSM aquellas prácticas que reporten placer de un modo consensuado; que no causen, ni a los participantes ni a terceros, ningún tipo de daño psicológico así como ningún tipo de daño físico que sepamos de antemano que requerirá atención sanitaria especializada y/o que producirán secuelas que condicionarán de un modo negativo la vida futura.

   Me ha quedado muy largo y le sigo viendo algunas lagunas... La conclusión final es que difícilmente se puede definir qué es una práctica aceptable de un modo universal. Entran en juego demasiados condicionantes; prejuicios, experiencias previas, cultura, valores, creencias...

   Y ustedes, ¿qué consideran una práctica aceptable? Y por favor, ¡no me digan que las que sean SSC! La sensatez en este campo es de lo más subjetiva.

P.S: no valdrán para Dominantes, pero los androides serían unos estupendos sumisos...


lunes, 5 de octubre de 2015

LECCIONES DE VIDA

   Los años pasados como sumisa me han enseñado varias lecciones. No me refiero a cómo atar o dónde no hay que azotar; esas son técnicas y teorías al alcance de cualquiera que tenga ganas y tiempo de aprender y humildad para reconocerse como los eternos aprendices que somos. No. Hablo de lecciones de vida. De esas que adquieres con los acontecimientos de tu vida, su análisis y su interiorización. Porque, para aprender algo, necesito interiorizarlo haciendo que forme parte de lo que soy y lo que hago.

  Una de esas lecciones es que, cuando las cosas van bien, todo es fácil. Todo fluye y sale sin esfuerzo, sin pensar. Pero la vida, al menos la mía, no siempre reparte ases. Y es en esos momentos cuando hay que demostrar la fortaleza y la pasta de la que se está hecha.
  En mi modo de ver y disfrutar la D/s, una vez que me entrego, cedo al Amo el poder de decidir cómo, cuándo y dónde dentro de los límites acordados. De otro modo no me sentiría sumisa sino dominante desde abajo. Ojo, no estoy diciendo que quién no lo haga así no sea sumisa. En absoluto. Me limito a exponer el modo en el que yo lo siento. Esto me lleva a situaciones complejas, en las que a veces entran en conflicto mis deseos inmediatos con mi deseo profundo y permanente de servir al Amo. Puede ocurrir que a mi me apetezca estar tirada en el sillón leyendo y que el Amo tenga otros planes. Anteponer sus deseos a los míos no siempre es fácil, en ocasiones lo hago a regañadientes, para qué negarlo... pero después llega ese sentimiento hermoso de entrega. Tengo mis ideas y valores y no siempre coinciden con los de mi Amo por lo que a veces discutimos (soy así de mala sumisa, no siempre le doy la razón), sin embargo también he aprendido a entregarme cuando estoy enfadada. ¿Qué valor tendría mi entrega si solo existiera cuando todo es de color de rosa; cuando todo se hace a mi gusto y capricho? A mis ojos ninguna. Lo que hace que me sienta orgullosa y me valore a mi misma es la capacidad de mantener mis elecciones y principios en cualquier circunstancia. Y de aquí sale una importantísima lección de vida: mantener las elecciones y principios en toda circunstancia.

  Me gusta la educación, la tolerancia y ser respetuosa (que no es lo mismo que respetar). Estas actitudes son relativamente fáciles de mantener cuando tu interlocutor te ofrece lo mismo. Pero... ¿qué ocurre cuando no es así? Más veces de las que me gustaría leo afirmaciones del tipo "soy educada hasta que me insultan" o "soy respetuosa con quien me respeta". Bueno, eso es fácil. Tendemos a pagar con la misma moneda. La cosa se complica cuando nos insultan, nos faltan al respeto, nos humillan o ridiculizan. Mi primera intención es (supongo) la de la mayoría; insultar, ofender, ridiculizar... Pero entonces me paro un momento a pensar... ¿en qué me convierte eso?, ¿no me lleva al mismo nivel de lo que desprecio?, ¿en qué me diferencio de esos comportamientos que no retengo correctos? Son las ocasiones para demostrar coherencia entre lo que creo y lo que hago. No considero que deba permitir a nadie tratarme en esos términos pero mi respuesta no puede ser la misma. Ahí, cuando es difícil, cuando me siento atacada, es el momento de aplicar la lección de vida que me enseñó la D/s. Mostrar mi saber estar, ser educada, ser respetuosa; no caer en el círculo vicioso del "y tu más".
  Dice el refrán que dos no pelean si uno no quiere. El problema es el ego que insidioso nos susurra al oído que, si no entramos en el juego de descréditos, el adversario gana. Pero, pensándolo fríamente, ¿qué es lo que gana? Nada, nada en absoluto. Se mentirá a sí mismo creyéndose vencedor pero, desde mi punto de vista, es al revés. Si "ganase" una discusión usando armas tan deleznables como los insultos, las humillaciones, las mentiras o las ofensas no me sentiría victoriosa. Muy al contrario, me avergonzaría de mi misma. Vería mi reflejo en el espejo con mirada acusadora preguntándome... ¿en qué te has convertido?
 Gano cuando soy fiel a lo que creo y a los principios por los que quiero guiarme. No siempre lo consigo, por desgracia. A veces me dejo arrastrar por el camino fácil. Pero, igual que intento cada día mejorar en mi entrega, mucho más importante me parece mejorar como persona.

viernes, 2 de octubre de 2015

RELLENANDO EL CURRÍCULUM

   No se si será a causa de la influencia del mercado laboral y su feroz competitividad pero parece que ahora tenemos que ir currículum en mano para cualquier asunto. Inicias una conversación con un dom y en las primeras veinte líneas ya pretende saber todo de ti; de dónde eres, qué edad tienes, si estás casada, si tienes experiencia, a qué te dedicas... A ver, que no digo que conocer estas cosas carezca de importancia pero, ¡un poco de moderación, por favor! ¿Dónde quedan las charlas pausadas en las que un tema lleva a otro y poco a poco se va conociendo a la persona? Hay interrogatorios (uy perdón, quise decir conversaciones) que más parecen una entrevista de trabajo.

 Veamos señorita:
- ¿cuál es su experiencia en el tema?;
 -¿ha trabajado (ha tenido Amo) con anterioridad?;
-¿conoce la filosofía de nuestra empresa (ssc, rasck, prick, loquenossalgadelosco*****..)?;
-¿está dispuesta a trabajar por los objetivos comunes (superación de metas, instauración de un 24/7...)?;
-¿está familiarizada con la metodología de trabajo (uso de material de restricción y disciplina, manejo de frío y calor...)?;
-¿cuál es su disponibilidad horaria (las tardes, los fines de semana, una vez al mes...)?;
-¿trabajaría según incentivos (premios y castigos)?;
-¿estaría dispuesta a trabajar desde casa (le gusta el cyber)?;
-¿trae referencias de sus anteriores empresas (Amos)?

  Y así un largo etcétera, seguido de la cumplimentación del contrato y del período de prueba y adaptación. Por no olvidar que la mayoría de las empresas piden dedicación absoluta.

 En serio, como mi mente tiene la mala manía de volar sola y no prestarme la menor atención, he vivido situaciones de estas en las que me imaginaba al dom repeinado hacia atrás con gomina, vestido de traje barato, golpeando la mesa con un bolígrafo mientras nos miraba alternativamente a mi y a mi currículum por encima de sus gafas de pasta. No niego que el rolplay Jefe/empleado (tipo "Secretary") tenga su "aquel" para algunos, pero no es lo que busco en una primera charla y es que hay cada cual por ahí que podría enseñar un par de cosas a la Inquisición. Puedo entender que muchos Doms estén cansados de tonterías y quieran conocer ciertos datos cuanto antes para no perder el tiempo pero, ¡un poco de sutileza, criaturas! Que algunas veces parece como cuando voy a comprar, primero miro la etiqueta y, si me convence el precio, miro el producto. No se los demás pero yo, ni me considero mercancía que tenga que cumplir ciertos criterios de calidad, ni estoy opositando para un puesto de trabajo.

  Pero volvamos al tema principal, que me voy por los cerros de Úbeda. Los que enseñan el currículum a la menor oportunidad (y si no surge se la inventan). Esos que, por todo argumento, esgrimen su experiencia, considerando que sus grandes "logros" en el BDSM avalan y hacen cierta cualquier opinión que salga de sus excelsas bocas.

 Veamos los hitos más usuales:

 -Llevo 20 años en el BDSM.

  Decir ésto y nada es casi lo mismo. ¿Qué se supone que avalan esos 20 años? ¿Qué has hecho durante ese tiempo? Una vez un dom me dijo que llevaba 30 años, que empezó con 17. En el transcurso de la conversación resultó que con 17 descubrió ésto jugando con la novia que tenía y luego no volvió a retomarlo hasta los 30, aunque aún no había encontrado sumisa. ¿Y dices que tienes 30 años de experiencia?¿En serio? Los hay que llevan cinco con encuentros una vez al mes y nada más entre medias. Otros llevan un año pasando todos los fines de semana juntos. Hagamos cuentas... 12 meses por 5 años son 60 encuentros; un año son 52 semanas, a dos encuentros cada una son 104 encuentros. ¿De verás los años son garantía de experiencia? Uno puede llevar 15 años y no haber probado nada y otro a los tres puede estar de vuelta de todo. Yo personalmente valoro más la calidad que la cantidad. Cierto que también existen Doms que aúnan ambas cosas pero el tema es que el dato de los años aporta poca información por si solo. Cuando leo a alguien alardear de sus muchos años me quedo con cara de... "¿y?" Yo llevo 10 viviendo en mi ciudad actual y me sigo perdiendo (quedan vetados los comentarios sobre mi nulo sentido de la orientación). Dicen que con los años nos volvemos más "nosotros mismos". En algunos casos los muchos años hacen que uno se acomode en su rutina y experimente una tremenda aversión a cambios e innovaciones. La experiencia es un grado, sin duda, pero ésta no depende de los años sino de la práctica y la autocrítica honesta.

 - He publicado dos libros de BDSM

  ¡Felicidades! ¿En qué editorial? ¿De qué tirada? ¿Se han reeditado? ¿Se han vendido? Mejor o peor muchos somos capaces de juntar cuatro frases. Y, aunque algunos ni se lo planteen, que algo esté escrito en un libro no lo convierte automáticamente en dogma de fe. He leído algunos libros de temática BDSM (ficción y manuales) a los que la mejor utilidad que les encontré fue como combustible de barbacoa. Por no mencionar que muchos se publicaron en Amazon, que ofrece la opción de autopublicación. Hay libros muy buenos, cierto, pero curiosamente no suelen pertenecer a los que andan por las redes sociales dándose bombo.

 - Administro 20 grupos de BDSM en las redes sociales.

  ¡Wow, qué proeza! Los libros de Historia en el futuro te incluirán en sus páginas y sin duda las mejores universidades ofertarán seminarios monográficos sobre semejante hazaña. A ver, que para crear un grupo solo hay que saber pulsar cuatro teclas y, para administrarlo, no hay más que prestar cierta atención para mediar en los conflictos y limpiarlo de trolls y spam. Mañana si me apetece puedo crear un grupo sobre senderismo en los fiordos. Yo no he pisado Noruega pero ya se encargarán de dar movimiento al grupo los usuarios aficionados al trekking. Con moderar y, si acaso, poner de vez en cuando alguna fotillo y un copy-paste generosamente ofrecido por San Google funcionarán estupendamente. Aunque yo no tenga ni p.i. de lo que hablo. Y, ya que estamos, eso de "administro 20 grupos" a mi más bien me espanta. Yo tengo dos más el blog y voy sobrada. Solo se me ocurren tres modos de administrar 20 grupos a la vez, a saber:
- Delegar el trabajo en otras personas; por tanto solo se es administrador de nombre (a parte de un poco jeta) y poca experiencia te aportará.
- No hacerles ni puñetero caso; de nuevo, así aportan nula experiencia, además de mostrar al administrador como un irresponsable.
- Trabajar diariamente (pero de verdad, no abrirlo dos minutos) en esos 20 grupos; con lo cual o tu día tiene más horas que el mío o no dedicas mucho tiempo a lo que hay más allá de la pantalla. A mi me gusta que mi Amo me dedique tiempo y atención (egoista que es una). Si un Dom para tirarme los tejos me dice que administra 20 grupos salgo corriendo...

  - Tengo un blog.

  Pues vaya novedad, yo también y no me considero ejemplo de nada.

  - He tenido 7 sumisas. (Esta es de mis preferidas)

  ¿En cuanto tiempo? Cuando se inicia una relación nunca se sabe cuánto va a durar. Pero yo no inicio nada que ya venga con fecha de caducidad de serie. Oye, que habrá quien sea eso lo que quiera, ¡todo para ellos! Pero como me gusta algo más que solo las sesiones y valoro mucho mi entrega, no se la voy a dar a alguien que como aval me está diciendo que cambia cada tres meses. Con ésto me ha ocurrido una cosa curiosa. En mi época en IRC, cuando charlaba con Doms que habían tenido sumisas, solía interesarme por los motivos de la ruptura. ¡Ni os hacéis una idea de la cantidad de parejas que se rompen porque la sumisa se muda!¡Y en muchos casos al extranjero! En serio, creo que los servicios de inmigración deberían estudiar este fenómeno. A ver si algún estudiante de Antropología lo usa como tema de su tesis: "Flujos migratorios ligados a las tendencias sexuales" Me parece fascinante. Seguramente habrá más logros curriculares pero ya me he alargado demasiado. Por supuesto ésto es también aplicable a las sumisas, aunque a ellas las veo menos jugar la carta de la experiencia.

   Visto como está el patio, a ver si localizo a mis ex y les pido una carta de recomendación (y ya puestos, el finiquito)

sábado, 26 de septiembre de 2015

OPINANDO QUE ES GERUNDIO...

   No me gusta poner etiquetas a la gente, entre otras cosas porque somos demasiado complejos para definirnos con un par de adjetivos. Pero reconozco que, aún de modo inconsciente, mi mente clasifica a todos aquellos con los que me cruzo con la característica que más me llame la atención. A mis conocidos los puedo "archivar" por su nombre pero a los desconocidos los acabo definiendo por las pocas peculiaridades que más golpeen mi juicio. Suelo aleccionarme a mi misma repitiéndome que no se puede juzgar la feria por la primera caseta que se ve pero hay ocasiones en las que lo que "grita" una persona resuena con tanta fuerza que no me deja ver lo que hay detrás (o me quita las ganas). 

   Después de años leyendo foros, chats, blogs, redes sociales y cualquier medio que permita expresar las opiniones a los lectores, veo que hay patrones de comportamiento que se repiten... 

  Hay personas que solo leen; no participan en nada más que algún saludo ocasional o unos "me gusta". Me despiertan la duda del motivo de estas escuetas participaciones; ¿son tímidos?, ¿no disponen de tiempo?; ¿les da igual lo que leen?, ¿se sienten inseguros de sus opiniones?, ¿les da "miedo" participar y que otros les cuestionen o se rían de ellos?, ¿todo a la vez o nada de ésto? Seguramente nunca lo sabré, dudo que cambien su modus operandi para resolver mis dudas... 

  Otros son "compartidores compulsivos". Postean veinte fotos a la hora que, usualmente, han tomado "prestadas" a otros compartidores. No dan tiempo a que el resto de usuarios puedan comentarlas ni nos cuentan el por qué de sus elecciones. En ocasiones me pregunto si tratarán de batir algún record que desconozco.

  Los hay adictos al copy-paste. Postean todo lo que encuentran por la red (quiero pensar que es porque están de acuerdo con lo expuesto en esos artículos). Esta categoría me provoca sentimientos variados pues puede subdividirse en otras muchas. Algunos no se molestan en copiar también la fuente original (o en su defecto poner que es desconocida), mostrando (siempre en mi personal e intransferible opinión) una tremenda falta de respeto a los autores. Incluso en ocasiones se atribuyen el mérito del escrito, apropiándose de alabanzas que no les pertenecen; bien de modo explícito mintiendo sin pudor, bien de modo ambiguo, no sacando de su "error" a aquellos que opinan creyéndoles los autores. Otros recurren a este método al carecer de facilidad de palabra para exponer sus ideas, porque se sienten reflejados, porque esas palabras tocan alguna fibra de su alma o por la necesidad de recurrir a información autorizada de materias que les son ajenas. Y también en este apartado pululan los compartidores compulsivos; esos que copian otro artículo cuando apenas ha comenzado el debate del anterior. Supongo que, con tantos subgrupos, las motivaciones de este comportamiento serán de lo más variadas. Lo cierto es que no me importan demasiado, solo me molesta cuando no se reconoce el trabajo de los autores. 

 Seguimos con el grupo de los anunciante y buscadores. Esos que solo escriben para anunciar lo que buscan. A algunos incluso parece que les cobren por palabras y escriben de un modo telegráfico: "busco sumisa Madrid yo Amo 24". Aquí si que me corroe la curiosidad... ¿Alguien contesta a estos anuncios? 

  Sin olvidar una variante de la anterior; los que van a su p*** bola y escriben sus ofertas en cualquier hilo, sin importar lo que se esté debatiendo. 

  Están aquellos que lo ven todo negro... "No hay educación, ésto no pasaba con la Old Guard, en este grupo solo se denuncian fotos y perfiles, no hay sumisas/Amas" (una aclaración, ya que estamos, que no te hagan caso no significa que no exista ;) ), etc... Que oye, no digo que carezcan de razón pero, ¿no sería más útil hacer algo al respecto aparte de quejarse? ¡Un poco más de proactividad, por favor!

  En contraposición los hay que ven misticismo en el menor gesto. El BDSM es maravilloso, sublime, nos eleva sobre la mediocridad vainilla; nadie se entrega como nosotros, no hay vínculo más fuerte que el de Amo/sumisa, nadie ama (ni sufre) de modo tan incondicional; no andamos, levitamos sobre los pobres vainillas que no han descubierto o no se atreven a probar el BDSM; nos hace mejores, más altos y más guapos. Siempre que leo cosas así pienso en lo afortunada que he sido por vivir con intensidad mis relaciones vainilla. Debo ser una privilegiada... 

  Abundan los de la doble moral. Esos que se quejan de que la sociedad no nos comprende pero luego no toleran ninguna visión del BDSM distinta a la suya. O los que llevan la honestidad por bandera, pero solo para su pareja D/s, a la pareja vainilla que está en casa mejor le hacemos el favor de que viva en la ignorancia. 

 Un singular colectivo son los de las autopromociones. No participan en nada, no opinan, no comparten sus experiencias... vamos que no aportan nada al grupo ni a sus usuarios. Eso sí, se sirven de ellos para promocionar sus negocios, sus libros, sus servicios... 

 Últimamente he notado un considerable aumento de los que usan estas plataformas cual ring de boxeo. Llevan todos los temas a lo personal, airean sus intimidades (¡y las de terceros!), se cruzan amenazas, reproches, acusaciones, se van buscando de un grupo a otro, llevando su particular guerra a todo el que quiera (o no quiera) oírla. Gustan de airear los trapos sucios, publican privados o promueven la creación se listas negras. 

  Peculiares son los "curriculares". Avalan sus opinones currículum en mano. Aprovechan la menor oportunidad (y si no suge se la inventan) para alardear de sus años de experiencia, de sus libros publicados, de la cantidad de sumisas que han tenido; como si esto les confiriese un aura de autoridad o la posesión de la verdad absoluta. 

  Vamos con la joya de la corona, los que analizan cada texto buscando donde meter la puntilla; esos qué, por principios, tienen que rebatir todas las opiniones de los demás. Expertos en cualquier tema, todo lo han probado, todo lo conocen, siempre tienen la razón por lo tanto se dan el lujo de despreciar las evidentemente equivocadas opiniones de los demás. Unos "tocapelotas" pa' entendernos. O, como diría alguien cuyos escritos admiro, maestros-liendres. 

 Y entre todos estos especímenes, está la "plebe", los del "vive y deja vivir"; los que opinan con naturalidad, admitiendo que a veces aciertan y otras se equivocan. Los que buscan pasar el rato, compartir, conocer; sin alardear ni presumir. 

  Seguro que os habréis encontrado otras tipologías; éstas solo son las que más me llaman la atención. Obviamente algunas se entrelazan, se comparten, se modifican... ¿Con cuantas os habéis encontrado?

   ¡Ah, se me olvidaba una! Las cansinas como yo que escriben post largos llenos de desvaríos... ¡Gracias a todos los que habéis resistido hasta el final!

viernes, 25 de septiembre de 2015

AMBIENTANDO EL MOMENTO

  Creo firmemente que para mantener una relación D/s solo hace faltan dos personas que se complementen, una dominando y otra sometiéndose. Sin embargo, no puedo negar que uno de los aspectos que me atráen del BDSM es su treatralidad. Lo que suele denominarse "crear una escena". No vivo una D/s de sesiones, la sumisión para mi se manifiesta en pequeños detalles de la vida diaria, pero eso no significa que no sesione. Y en esos momentos me gusta disfrutar de los detalles que ayudan a entra en situación. 
   Lo comparo con preparar una cena. Puedes pasar unos filetes por la plancha y sentarte con tu pareja en el sofá a comerlos; apartando al gato y sentándote sobre tus pies calzados con zapatillas de animalitos a juego con el pijama. O puedes cubrir una mesa con un mantel de tela, servir un buen vino en cristal de bohemia, acompañar esos filetes con una reducción de Pedro Ximenez y vestir un escotazo que haga que tu pareja quiera pasar directamente al "postre". Ambas cenas sirven a su propósito; sacian tu hambre, permiten disfrutar de la compañía y, según el momento o el estado de ánimo, nos apetecerá una u otra. Igual me ocurre con las sesiones. Cuando te entregas el Amo domina igual con bermudas y chanclas en la playa que vistiendo de Armani en una boda. Pero, ¡por pedir que no quede! 

   Hay ambientes que ayudan a entrar en situación, que te vuelven más receptiva y provocan ese estado mental donde la anticipación ya te predispone al deseo. No es lo mismo entrar por la puerta de tu casa y ver la pila de ropa por planchar y la compra por colocar que cruzar la entrada de una mazmorra. Será que, como ya dije, me gusta la teatralidad, dejar volar la imaginación y recrear ambientes que se alejen de lo cotidiano. 
   Me apasionan las mazmorras, cuanto más toscas mejor; nada de cortinas de terciopelo, alfombras persas y luz natural o lámparas de diseño. Las quiero de piedra desnuda en suelo y paredes; de recias vigas en el techo; con luces tenues y amarillentas, que creasen un juego de sombras, donde la penumbra incite a probar juegos prohibidos; jaulas con puertas que chirrían y, si están en un sótano, mejor que mejor. Completaría el ambiente con velas encendidas, que impregnaran la estancia con el olor de la cera derretida mezclado con la humedad y el cuero. No se oiría más ruido que el eco de los pasos, las respiraciones agitadas, los gemidos, los susurros, el roce de las cuerdas, el tintineo de las cadenas, el restallar del cuero al azotar... Y, muy de fondo, una leve música de cámara, cuanto más desconocida mejor, para no caer en la tentación de tararearla y perder la concentración de esa miríada de estímulos. Vista, oído, olfato, tacto e incluso gusto al besar y lamer los objetos causantes de la tortura del placer. 
    No me considero fetichista de la ropa pero no negaré que me siento más sexy luciendo lencería fina o uno de esos maravillosos corsets que tanto favorecen al realzar las curvas. También me gustan los zapatos con taconazos de vértigo, esos que crean piernas infinitas y curvan el empeine de un modo sublime. Y para el hombre, tanto da unos vaqueros desgastados como un traje y una camisa impecablemente planchados. ¡Qué imagen tan divina! 

   Aunque, siendo honesta conmigo misma, lo más probable es que ese ambiente húmedo me hiciera estremecer más de frío que de deseo; que los ácaros de las vigas desencadenaran la alergia; que cayera de bruces al no saber andar con taconazos; que me desconcentrara la posibilidad de desgarrar la lencería en ese ambiente tan hostil o que me durmiera si me quedo mucho rato en una jaula con tanta tranquilidad... Y es que mis deseos y mi parte racional llevan años a la gresca, tanto que a veces ni yo me entiendo...

  ¿Y ustedes? Puestos a pedir sin restricciones (ya se que lo que más importa es la persona que tengas a tu lado, demos por hecho que existe), ¿qué ambientación prefieren?

martes, 22 de septiembre de 2015

EJERCIENDO EL LIDERAZGO

    Hoy he leído una frase interesante, decía Harry Truman que el liderazgo consiste en conseguir que las personas hagan lo que no quieren hacer y que eso les satisfaga. No estoy del todo de acuerdo, pues también puede ocurrir que los objetivos de las personas coincidan con los del líder pero, en cualquier caso, me ha dado qué pensar llevándolo al terreno del BDSM. Desde mi punto de vista, dentro de la relación D/s, el Dominante es el líder. No concibo que se pueda dominar sin ejercer un buen liderazgo y eso me ha llevado a investigar sobre el tema buscando paralelismos.

   Se puede definir, de un modo menos cínico, el liderazgo como el proceso de influir sobre las personas para que ayuden a conseguir el objetivo marcado, logrando a la vez que lo que hacen les satisfaga. Me resulta muy fácil encajar esta definición en mi concepto de una relación D/s. El Amo (líder) educa, guía, orienta (proceso de influir) a la sumisa (sobre las personas) para ir superando metas, creciendo en su sumisión (conseguir el objetivo marcado) y obteniendo placer en su servicio al Amo (lo que hacen les satisfaga).

   Lo que convierte a una persona en Dominante/líder es la disposición de otras a seguirlo. Las personas tienden a seguir a quien consideran que les pueden proporcionar los medios para satisfacer sus propios deseos, para conseguir sus propios objetivos. En el caso de la sumisa, el objetivo es la entrega, el sometimiento, la búsqueda del placer y la satisfacción de los propios instintos a través del servicio al Amo. Este guía y motiva, orienta y media en los conflictos; en resumen, ejerce de líder.

   Muchas son las teorías que han tratado de explicar el liderazgo a lo largo de la historia. Es una lectura de lo más interesante pero, por no alargarme, voy a centrarme en una de ellas: la Teoría del Rasgo. Es a la que más similitudes he encontrado con la figura del Dominante BDSM. 

   Hasta la mitad de los años cuarenta, esta teoría fue la base de las principales investigaciones sobre el liderazgo. Los primeros estudios en este campo sostenían que los rasgos del líder eran hereditarios pero, estudios posteriores indicaron que los rasgos podían ser adquiridos mediante el aprendizaje y la experiencia. ¿No os recuerda ésto a la recurrente pregunta sobre si el Dominante nace o se hace? Los investigadores identificaron los siguientes rasgos del liderazgo: energía, fuerza, entusiasmo, ambición, agresividad, decisión, aplomo, autoconfianza, simpatía, afecto, honestidad, imparcialidad, lealtad, seguridad, dominio técnico y habilidad para la instrucción. No se qué opinaréis, pero para mi son características propias del Dominante, es lo que espero encontrar en quién pretende ejercer la dominación sobre la persona que se le entrega. 

   De la combinación de estas características surgen los distintos tipos de líder/Dominante:
 - Autocrático: Toma las decisiones en solitario, apoyándose en su autoridad. Dicta órdenes y espera su cumplimiento. Se considera responsable de la toma de decisiones y de la consecución de los objetivos marcados. Motiva a sus sumisos mediante sanción/recompensa.
 - Participativo: Plantea las situaciones, los objetivos, los medios para logralos; escucha las opiniones del sumiso pero la decisión final le pertenece, es responsabilidad suya en exclusiva.
 - Democrático: Todo se habla y se decide por consenso entre las partes.
 - Liberal: Actúa como guía pero deja a los sumisos la toma de decisiones.

  Por supuesto hay más tipos de líderes, según la teoría sobre la que se fundamenten, pero éstos me han parecido ser los que más se adaptan a la figura del Dominante y a los distintos modos de entender la D/s. Personalmente, me gustan los Dominantes que saben alternar según la situación los papeles autocráticos y participativos; son los que realmente me hacen sentir sometida. Pero esto es solo un gusto particular, no es una opción mejor ni peor que otra. 

  Y ustedes, ¿con qué tipo de Dominante/líder se identifican? ¿A cuál les gustaría someterse?

lunes, 14 de septiembre de 2015

PSEUDOS DE TEMPORADA

   No me gustan mucho las modas. Me parece que influyen demasiado en la gran masa y coartan la libertad de expresión. Prefiero a las personas que actúan conforme a sus propias ideas aún dejando de lado lo políticamente correcto. Eso no implica que yo no siga algunas modas, pero solo porque coinciden con mis gustos. 
   No, no hablo sobre qué ancho de pantalones se lleva esta temporada. Las modas no rigen solo la ropa que nos ponemos sino también el modo de pensar. Y el BDSM, por supuesto, no es una excepción. 

   Desde hace unas temporadas se lleva el SSC. Da igual que muchos aún traduzcan mal sus siglas (¡sane es cuerdo, no sano!), si no lo nombras al menos un par de veces al día no eres "cool". No importa de qué se esté hablando, con decir que lo fundamental es que sea SSC ya quedas como un experto. Que haya otros modos de vivirlo como el RASK, PRICK o CCC son detalles sin importancia... 
   Pero hay otra moda de más rabiosa actualidad: los pseudoamos. No hay un solo día que no lea a alguien nombrarlos. Es el producto estrella, atemporal, la prenda ideal para fondo de armario. Tan versátil que podemos recurrir a él en todas las situaciones.
 ¿Que no me quieres como sumisa? Eres un pseudoamo.
 ¿Que disfrutas del sexo en vez de tener orgasmos místicos? Eres un pseudoamo. 
 ¿Que no haces lo que tu sumisa te pide? Eres un pseudoamo. 
¿Que no me gusta tu presentación en un grupo? Eres un pseudoamo. 
¿Que tu nick no es serio? Eres un pseudoamo. 
¿Que no opinas como yo ni me bailas el agua? Eres un pseudoamo. 

  ¿No hace falta que siga, verdad? Supongo que estos ejemplos sirven para hacerse una idea de la flexibilidad del término. Es ideal para insultar y despreciar a quién no encaja 100% con nuestras ideas... 

 Amo es quién posee a alguien y pseudo (seudo, en la RAE) indica falsedad. Por tanto, pseudoamo sería "falsoamo" o, lo que es lo mismo, amos que realmente no poseen a nadie; bien porque mienten sobre su estatus, bien porque son ellos los dominados desde abajo. Por supuesto que hay personas así; muchas más de las deseables, probablemente, pero ni de lejos todas aquellas que alguna vez han recibido ese calificativo. Cuando un término se repite tanto, acaba perdiendo su significado original y, a mi personalmente, me termina por resultar antipático. La palabreja ha derivado en el burdo recurso al que se recurre cuando no se tienen argumentos para rebatir lo que dice o hace otra persona. Le llamamos pseudoamo y eso, automáticamente, ya debería quitar valor a todo lo que provenga de él. Yo, como soy muy atravesadilla para algunas cosas, cuando leo a alguien usar este término me planteo si no serán ellos los pseudoamos. Mas que nada porque considero que la base del BDSM es el respeto y la tolerancia y si uno se dedica a tratar de desacreditar a los demás, ¿dónde quedan esas virtudes? Todas las personas debería trabajar hacia una continua mejora de sus cualidades, esforzándose, aprendiendo, practicando, escuchando, dialogando... Pero me da la sensación que, quien no consigue mejorar, intenta aumentar su propio valor denigrando el de los demás. De esa manera, el tuerto puede ser el rey al estar rodeado de ciegos o, dicho de otro modo, no importa lo mediocre que yo sea como Amo si todos los que me rodean son pseudoamos ¡qué es lo peor de lo peor! Pero seamos justos, no es un pecado exclusivo de los dominantes, las sumisas también recurren a este insulto cuando el dom en cuestión no se adapta a sus expectativas. Incluso hay quien también habla de las pseudosumisas, aunque no estén tan de moda como su equivalente dominante.

   Para el que lo vive en real, el pseudoamo es el que no sale del cyber; para el Amo 24/7 el pseudoamo es el de sesiones; para quién aprendió junto a un Tutor, el pseudo es quién descubre el BDSM con una novela; para la esclava, la pseudosumisa es la que solo quiere juegos de cama... Que alguien no comparta nuestro modo de vivir o de pensar no lo convierte en "pseudo". Si fuera así, todos y cada uno de nosotros lo seríamos, pues siempre existirá alguien que difiera de nuestro modo de actuar y de nuestra filosofía. 

    Tengo mi criterio sobre lo que hace a alguien un buen Amo o sumisa para mi, como supongo que todo el mundo tendrá el suyo. Al leer lo que escriben algunos, de modo casi inconsciente, baremo que tal encaja en mis estándares. Algunos lo hacen, otros no. Pero, incluso a estos últimos, me niego a denominarles "pseudos". Porque, lo que no vale para mi, seguro que es el ideal de otra persona. Si ellos son felices y  no hacen daño a nadie, ¿para qué ponerles la etiqueta de "pseudo" solo porque sean distintos a mi? Y si van por la vida haciendo daño intencionadamente, insultando, humillando, denigrando, burlándose... entonces si que les cuelgo una etiqueta, pero no de pseudoamo/pseudosumisa, sino de mala persona, sea cual sea su rol.

jueves, 10 de septiembre de 2015

VERDAD VERDADERA

   ¿Habéis escuchado alguna vez una expresión tipo "ésto es tan cierto como que dos y dos son cuatro"? Pues hace muchos años, un amigo que estudiaba Matemáticas me explicó que 2 + 2 no siempre es 4. Ya no recuerdo el razonamiento que hizo, pero si la sensación que me provocó sobre la relatividad de las cosas que damos por ciertas.

   Hoy he recordado una parábola popular que me gustaría compartir:

 "En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente. Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar,y así salir de dudas.   
   Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.  
   El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. “El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”. 
  El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!” 
  Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”. 
 Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo. 
  El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”. 
 El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”. 
  Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados." 

  La verdad, tal y como nosotros la entendemos con nuestros limitados conocimientos, es muy relativa. Si esto ocurre con objetos tangibles ¡imaginad cuando hablamos de sentimientos! El BDSM para mi no trata de las prácticas sino de las sensaciones que éstas producen; ¿y quién puede decir que lo que otro siente es mentira? Hay quién dice que el BDSM es un estilo de vida, otros piensan que son juegos consensuados, para algunos es sexo y para otros "algo más"... Todos tienen razón, simplemente lo que vale para unos no tiene porqué valer para otros... Pero que no valga para nosotros no lo convierte en menos verdadero. 

   La mayoría de las discusiones se originan por esta lucha de pretender poseer la verdad y creer que los demás se equivocan. Me parece absurdo. Cuando escribo u opino sobre BDSM lo hago desde "mi verdad", pero no pretendo convencer a nadie de nada ni creo que esa verdad sea absoluta. "Mi verdad" se basa en mis creencias, mis principios y mi experiencia. Por eso la defiendo. ¡Ojo! Defender, no imponer. Y por eso no me preocupa que otros la cuestionen. ¿Que mi verdad no coincide con la tuya? Pues perfecto, no por eso deja de ser verdad. 

   Todo depende del prisma con el que se mire. La D/s vista desde el prisma vainilla tiene aspecto distinto que vista desde el prisma de un masoquista; y lo que ve un fetichista es distinto a lo que ve un spanker. Pero todos esos aspectos son reales y verdaderos para quién los mira. Lo mismo ocurre con las personas. Para algunos seremos maravillosos y para otros los primos de Satanás. Por eso hay que tener cuidado con las opiniones que vertemos sobre otros y con dejarse guiar por opiniones de terceros. 

  Siempre he pensado, y procuro tenerlo presente cuando hay un conflicto, que la verdad tiene como mínimo tres caras: la subjetiva de una parte, la subjetiva de la otra y la objetiva de ninguno de los implicados. Somos como ciegos que, una vez que descubrimos un trozo de verdad, nos aferramos a ella como si fuera un salvavidas. No está de más plantearse que la verdad se extiende más allá de nuestra pequeña parcela y contemplar las verdades de los demás con ojos más curiosos que críticos, para así seguir creciendo.


martes, 8 de septiembre de 2015

A LOS MIEMBROS Y MIEMBRAS

   Queridos, queridas, lectores y lectoras:

   Todos y todas los y las que practicamos BDSM sabemos que la base de estas relaciones es el respeto. Puede ser que lo llevemos poco a la práctica, pero eso es otra historia. La teoría la conocemos bien casi todos y todas; respeto a la pluralidad de gustos, de prácticas y de roles. En aras de ese respeto, se alzan voces airadas denunciando el sexismo en el lenguaje BDSM, que no es sino un reflejo del que existe en la sociedad actual. Cuando se opina o se escriben artículos generales se habla de los Dominantes y las sumisas y claro, las Dóminas y los sumisos se sienten ninguneados, apartados, no tenidos en la consideración que merecen.

   Participo con cierta asiduidad en varios grupos de temática BDSM y, por lo que veo, la gran mayoría de los artículos, debates, dudas y consultas son planteadas por sumisas; les siguen en cantidad los post de los Dominantes y, en franca minoría, los de las Dóminas. Los de los sumisos son tan escasos que resultan meramente anecdóticos. Eso sí, cuando se trata de manifestar repulsa a esta tremenda falta de respeto lingüístico, las "minorías participativas" son las primeras en alzar la voz. ¿Cómo osa nadie a escribir como dictan las normas gramaticales en lugar de utilizar un lenguaje políticamente correcto? Da igual el tema que se esté tratando, lo importante es utilizar la @ para que todos y todas se sientan incluídos e incluídas.

   Existen sumisos y sumisas, dominantes hombres y mujeres, amos y amas, esclavas y esclavos, switchs, tops, bottoms, spankers, spankees, crossdresser, travestis, transgéneros, sádicos y sádicas, masoquistas, atadores y atadoras, poygirls, brats, perros y perras, kajirae y kajirus, exhibicionistas, fetichistas... y todos y todas los que me dejo en el tintero bien por no alargarme, bien por desconocimiento.

   Con tanta variedad de roles es lógico pensar que las prácticas también lo serán. Y si a eso sumamos que cada uno y una tenemos unas vivencias, experiencias, gustos, valores, opiniones... la variedad tiende al infinito. De modo que, lo que vale para unos y unas, no vale para otros y otras.

   Honestamente, estoy hasta el gorro (por no decir otra cosa), de la corrección política en el lenguaje. Me resulta artificiosa, forzada y, en ocasiones, hasta ridícula (recordemos el momento glorioso de Bibiana Aído dirigiéndose a los "miembros y miembras")

   Veamos lo que dice la RAE al respecto:

   Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.   La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
   El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.



2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.;  2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en  Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.


   Cierto que el lenguaje es algo vivo y en constante evolución pero, a día de hoy, las normas están claras. Por supuesto, cada cual es libre de escribir como quiera en estos medios, lo que no se puede es exigir a otros que lo hagan igual. 

   Yo soy mujer y soy sumisa. Veo mi mundo desde esa perspectiva, así lo entiendo y así lo expreso. No se cómo es una relación con una dómina, ni cómo lo vive un sumiso. Hablo de lo que pienso, lo que vivo, lo que siento. De modo que, cuando escribo, hablo de sumisas y dominantes, porque es lo que conozco. Eso no significa que ignore la existencia de otros roles ni que los considere menos importantes. El respeto a los demás no está en poner una @; al menos, no para mí. Yo busco el respeto en el conjunto, en el contenido más que en el continente. Y, aunque creo que las formas son importantes, no doy más valor a un escrito porque se dirija a sumisos y sumisas. El sexismo no está en el lenguaje, está en la mente de quién lo lee.