domingo, 25 de octubre de 2015

REVISANDO EL SSC

   Sucede a menudo que las ideas, opiniones, doctrinas, conceptos… mutan con el tiempo y el uso, a veces llegando a olvidar su significado original. Incluso llega un momento en que aprendemos directamente ese significado adulterado sin ser ni siquiera conscientes del cambio producido.  Un claro ejemplo, dentro del BDSM, es el famoso concepto SSC “safe, sane, consensual”. No está de más parar un momento a coger aire, dejar de repetirlo como un mantra y echar la vista atrás para ver de dónde venimos y cómo hemos evolucionado.

   Fue (y es) un término que gozó pronto de mucha popularidad. Y, como ocurre con todas las modas, llega un momento que está tan extendida que empiezan a aparecer férreos detractores, hasta que se pone de moda justo lo contrario, es decir, no seguir el SSC. Muchas veces pienso en lo que se hace dentro del BDSM y la verdad es que a duras penas puedo considerar la mayoría de las prácticas como sensatas o seguras. Casi desde que escuché por primera vez esas siglas, fui consciente de que no eran suficientes para mí. No abarcan todo, no lo explican todo y, especialmente, no lo justifican todo. Y, curiosamente, sus mismos creadores opinan parecido.

   A mediados de 1983, se reunió un comité para buscar la “afirmación de la identidad y propósito” de los activistas S/M gays de Nueva York [New York’s Gay Male S/M Activists (GMSMA)], entidad cofundada por David Stein. La mayor parte de los practicantes de BDSM no tienen ni idea de quienes son o qué representa  el  GMSMA, sin embargo, la inmensa mayoría conoce una frase resultado de aquella reunión “safe, sane, and consensual S/M.” Sobre éste hecho dice Stein, autor de la frase, “maldíganme si quieren, pero éste no es el resultado que yo pretendía”

   En agosto de 1983, apareció la frase por primera vez en una memoria de la GMSMA:

“GMSMA es una organización sin ánimo de lucro de los varones gays del área de Nueva York que están seriamente interesados en un S/M seguro, sensato y consensuado. Nuestro propósito es ayudar a crear una comunidad de apoyo S/M para los varones homosexuales, ya deseen un estilo de vida total o una aventura ocasional, acaben de llegar al S/M o tengan una larga experiencia” (1)

   Como vemos, el SSC surgió en la comunidad gay masculina y en un contexto sadomasoquista, en un intento de distanciar estas prácticas de los comportamientos autodestructivos y de los abusos criminales o neuróticos hasta entonces asociados popularmente con los sadomasoquistas.

   En marzo de 1987, durante la Marcha por los Derechos de Gays y Lesbianas celebrada en Washington y posteriormente en la marcha de 1993, el colectivo S/M-Leather-Fetish extendieron y popularizaron la frase al utilizarla como eslogan; se imprimió en camisetas, salió en la prensa y presidió la enorme pancarta colocada en el edificio gubernamental de la Avenida de la Constitución que acogió la conferencia del S/M-Leather-Fetish. De este modo miles de norteamericanos y de extranjeros, vieron las tres palabras y las llevaron a sus respectivas comunidades.

“El problema es que, una vez que una idea es reducida a un eslogan que puede caber en una chapa o una camiseta, nadie puede controlar su significado. Todo el que la ve la interpreta según sus propios prejuicios y preconcepciones – todo depende de cómo entiendas las palabras clave” (1)

   Hay quien entiende “safe” como “carente de todo riesgo” y quién lo entiende como “no correr riesgos innecesarios”. Tras esta rápida popularidad, muchos practicantes creyeron que la frase devaluaba las prácticas, reduciéndolas a meros juegos picantes y desvirtuando el sentido del S/M. Tanto es así que, tras la marcha de 1987,  incluso hubo quien postuló el “unsafe, insane and nonconsensual”. Varios autores y activistas hablaron en contra del SSC y se propuso como eslogan alternativo el “risk-aware consensual kink”, lo que conocemos como RASK o RACSA.

   El mismo David Stein explica que, en sus orígenes, su propuesta no pretendía ser un eslogan, sino un punto de partida para dialogar sobre la comunidad, las tradiciones y la liberación homosexual. Más aún, en el escrito original se especificaba que su uso estaba destinado a todos los niveles del S/M, desde los principiantes y los que solo juegan ocasionalmente hasta aquellos que viven una relación de TPE (intercambio total de poder).  Sin embargo, con su popularización, se ha convertido en una especie de credo, en la respuesta a todos los debates, en lo políticamente correcto.

“Como resultado, algunas personas usan un simplista concepto del SSC como vara para golpear a cualquiera cuyos límites vayan más allá de los suyos, mientras que otros al parecer piensan que la mera palabrería del ídolo SSC les absuelve de comportarse con decencia y compasión. Ha echado raíces la idea de que todo lo que sea seguro, sensato y consensuado es bueno, y todo lo que no lo sea es malo.” (1)

   Definir es limitar; la GMSMA nunca pretendió limitar ni definir sino proponer un punto de partida para el diálogo. El SSC no puede tratarse como un dogma de fe, es una guía para separar las prácticas sadomasoquistas acordadas entre adultos de los malos tratos y el abuso. David Stein reconoce que el significado de las tres palabras es deliberadamente vago. “Seguro” no significa exento de riesgos, significa que se toman todas las precauciones posibles para no terminar en un hospital. Cuando hablan de “sane” principalmente se refieren a saber distinguir la fantasía de la realidad. En cuanto al “consenso”, no especificaron si se referían a consensuar cada paso o a tener un consenso inicial, lo que ahora se denomina con un confuso “consenso no consensuado” o “no consenso consensuado”. Lo que sí dejaron claro es que ni todo lo SSC es BDSM ni todo el BDSM tiene que ser SSC (entre otras cosas porque ni siquiera usaron el término BDSM sino S/M).

   Recomiendo a todos leer el excelente artículo, del que he ofrecido unas pinceladas en este texto, en el que Stein reflexiona sobre el SSC visto varias décadas después de su formulación. Y, que mejor para terminar, que una nueva cita suya:

“La palabra de seguridad no puede salvarte de una mala sesión o de una mala relación con alguien a quien no conocías tan bien como pensabas, y canturrear “seguro, sensato y consensuado” como un mantra no puede sustituir años de estudio y práctica en su guía a través del laberinto de elecciones que todos debemos hacer.”


(     (1)  Stein, D. ““Safe Sane Consensual” The making of a Shibboleth”. 

miércoles, 14 de octubre de 2015

DEFINIENDO EL DAÑO ACEPTABLE

   Hace unos días, ya no recuerdo dónde, vi un dibujo que mostraba a una mujer en una cama en actitud amorosa con un androide. Me recordó a una escena de la película "A.I." en la que una joven contrata los servicios sexuales de un robot. No me resulta descabellado pensar que pudiera convertirse en algo habitual en un futuro no muy lejano, más aún teniendo en cuenta que ya recurrimos a la tecnología para aumentar el placer. Un compañero biónico proporcionaría desahogo sexual sin riesgo de transmisión de enfermedades ni embarazos indeseados; no habría que invitarle a desayunar al día siguiente ni mucho menos contestar a incómodas preguntas tipo "¿me llamarás?". Dejando de lado las implicaciones éticas, morales y, por supuesto, los sentimientos de afecto y amor, me llevé esa imagen al terreno BDSM y aquí ya mi mente comenzó a divagar fuera de control. Me imaginé recurriendo a los servicios de un Dom robótico, programado para comportarse como mandan los mil y un manuales del perfecto Amo (le explotaría la placa base con tantas contradicciones, al pobre), con infinitos conocimientos de cada técnica, capaz de crear un perfil biométrico del cliente y analizar en tiempo real sus biorritmos para maximizar el placer, y ya puesto a pedir, con un físico a medida. No pintaba mal la cosa hasta que la aguafiestas de mi mente me recordó las Leyes de la Robótica, haciéndome ver que el perfectísimo (salvo por el detalle de no ser humano) Dom robótico sería imposible. 

   Para los no aficionados a la ci-fi resumiré de qué hablo. Dice la Segunda Ley que un robot debe obedecer a todo humano salvo que entre en conflicto con la Ley Uno. Y la Ley Uno establece que un robot nunca dañará a un humano ni permitirá por inacción que éste resulte dañado. He aquí el quid de la cuestión. ¿Cómo puedo esperar, por ejemplo, que mi (ya no tan) perfectísimo Dom robótico me azote? 

   Destrozado mi cuento de la lechera bedesemero, mi mente volvió a centrarse en la cuestión que mi fantasía había puesto sobre el tapete. El concepto de daño. Solía decir (ahora tengo que replantearme mi propia definición) que dentro de las prácticas BDSM son aceptables todas aquellas que, siendo consensuadas, no causaran daño ni a los practicantes ni a terceros. ¿Pero qué es dañar? La RAE lo define del siguiente modo en su primera acepción:
                 "Causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia"

   Hay que jod****, tira por tierra mi definición. Resulta que yo disfruto de que me hagan daño, por mucho que los ilustrados del BDSM digan que un Amo nunca hará daño a su sumisa. ¡Pues vaya aburrimiento (por no decir otra cosa) de Amo, qué quieren que les diga! Eso valdrá para parejas que rechacen hasta el menor indicio de sadomasoquismo en su relación; pero yo quiero que me hagan daño. "¡El sadomasoquismo es otro tipo de daño!", diréis. Pues releyendo la definición anterior resulta que se ajusta muy bien a lo que yo espero de ciertas prácticas. Yo disfruto del dolor de los azotes; de la molestia de las ataduras en posturas forzadas; de las marcas (secuelas temporales de un daño previo)...
   Según mi propia definición, ¿mis prácticas no son aceptables dentro del BDSM? No tengo ningún conflicto interno sobre ello, sí las considero aceptables; por tanto en mi definición la incorrecta y necesito redefinirla. Muchos pensarán que el daño es aceptable cuando, además de consensuado, es sensato y seguro. El famoso y sacrosanto SSC que parece esculpido en piedra y ser la panacea para todos los conflictos. Pero no todos los practicantes de BDSM se guían por esta filosofía y, sobre todo, lo de "sensato y seguro" es de lo más relativo.

   Lo primero que se me ocurrió fue especificar que no debían causar daño psicológico. Este tipo de daño es inaceptable para mi bajo cualquier circunstancia. Sin embargo, se queda incompleto. Pongamos que consensúo con mi Amo que voy a demostrarle mi entrega ofreciéndole el dolor de aguantar que me rompa una pierna. Estoy tan convencida de ello que no me supone ningún daño psicológico, ¡todo lo contrario!, el dolor será una catarsis de placer. Sin embargo no me parece aceptable. ¿Por qué? ¿Por qué romper una pierna no lo considero BDSM y azotar hasta dejar marcada la piel sí? ¿Qué diferencia hay? Lo único que se me ocurre es que en el primer caso se requerirá una posterior asistencia sanitaria especializada y en el segundo unos cuidados básicos al alcance de cualquiera. Cierto que también se te puede ir la mano azotando y acabar en urgencias; pero sería un accidente no una práctica que, antes de comenzar, ya sepamos que la terminaremos en el hospital.

   Así pues, resumiendo, me parecen aceptables dentro del BDSM aquellas prácticas que reporten placer de un modo consensuado; que no causen, ni a los participantes ni a terceros, ningún tipo de daño psicológico así como ningún tipo de daño físico que sepamos de antemano que requerirá atención sanitaria especializada y/o que producirán secuelas que condicionarán de un modo negativo la vida futura.

   Me ha quedado muy largo y le sigo viendo algunas lagunas... La conclusión final es que difícilmente se puede definir qué es una práctica aceptable de un modo universal. Entran en juego demasiados condicionantes; prejuicios, experiencias previas, cultura, valores, creencias...

   Y ustedes, ¿qué consideran una práctica aceptable? Y por favor, ¡no me digan que las que sean SSC! La sensatez en este campo es de lo más subjetiva.

P.S: no valdrán para Dominantes, pero los androides serían unos estupendos sumisos...


lunes, 5 de octubre de 2015

LECCIONES DE VIDA

   Los años pasados como sumisa me han enseñado varias lecciones. No me refiero a cómo atar o dónde no hay que azotar; esas son técnicas y teorías al alcance de cualquiera que tenga ganas y tiempo de aprender y humildad para reconocerse como los eternos aprendices que somos. No. Hablo de lecciones de vida. De esas que adquieres con los acontecimientos de tu vida, su análisis y su interiorización. Porque, para aprender algo, necesito interiorizarlo haciendo que forme parte de lo que soy y lo que hago.

  Una de esas lecciones es que, cuando las cosas van bien, todo es fácil. Todo fluye y sale sin esfuerzo, sin pensar. Pero la vida, al menos la mía, no siempre reparte ases. Y es en esos momentos cuando hay que demostrar la fortaleza y la pasta de la que se está hecha.
  En mi modo de ver y disfrutar la D/s, una vez que me entrego, cedo al Amo el poder de decidir cómo, cuándo y dónde dentro de los límites acordados. De otro modo no me sentiría sumisa sino dominante desde abajo. Ojo, no estoy diciendo que quién no lo haga así no sea sumisa. En absoluto. Me limito a exponer el modo en el que yo lo siento. Esto me lleva a situaciones complejas, en las que a veces entran en conflicto mis deseos inmediatos con mi deseo profundo y permanente de servir al Amo. Puede ocurrir que a mi me apetezca estar tirada en el sillón leyendo y que el Amo tenga otros planes. Anteponer sus deseos a los míos no siempre es fácil, en ocasiones lo hago a regañadientes, para qué negarlo... pero después llega ese sentimiento hermoso de entrega. Tengo mis ideas y valores y no siempre coinciden con los de mi Amo por lo que a veces discutimos (soy así de mala sumisa, no siempre le doy la razón), sin embargo también he aprendido a entregarme cuando estoy enfadada. ¿Qué valor tendría mi entrega si solo existiera cuando todo es de color de rosa; cuando todo se hace a mi gusto y capricho? A mis ojos ninguna. Lo que hace que me sienta orgullosa y me valore a mi misma es la capacidad de mantener mis elecciones y principios en cualquier circunstancia. Y de aquí sale una importantísima lección de vida: mantener las elecciones y principios en toda circunstancia.

  Me gusta la educación, la tolerancia y ser respetuosa (que no es lo mismo que respetar). Estas actitudes son relativamente fáciles de mantener cuando tu interlocutor te ofrece lo mismo. Pero... ¿qué ocurre cuando no es así? Más veces de las que me gustaría leo afirmaciones del tipo "soy educada hasta que me insultan" o "soy respetuosa con quien me respeta". Bueno, eso es fácil. Tendemos a pagar con la misma moneda. La cosa se complica cuando nos insultan, nos faltan al respeto, nos humillan o ridiculizan. Mi primera intención es (supongo) la de la mayoría; insultar, ofender, ridiculizar... Pero entonces me paro un momento a pensar... ¿en qué me convierte eso?, ¿no me lleva al mismo nivel de lo que desprecio?, ¿en qué me diferencio de esos comportamientos que no retengo correctos? Son las ocasiones para demostrar coherencia entre lo que creo y lo que hago. No considero que deba permitir a nadie tratarme en esos términos pero mi respuesta no puede ser la misma. Ahí, cuando es difícil, cuando me siento atacada, es el momento de aplicar la lección de vida que me enseñó la D/s. Mostrar mi saber estar, ser educada, ser respetuosa; no caer en el círculo vicioso del "y tu más".
  Dice el refrán que dos no pelean si uno no quiere. El problema es el ego que insidioso nos susurra al oído que, si no entramos en el juego de descréditos, el adversario gana. Pero, pensándolo fríamente, ¿qué es lo que gana? Nada, nada en absoluto. Se mentirá a sí mismo creyéndose vencedor pero, desde mi punto de vista, es al revés. Si "ganase" una discusión usando armas tan deleznables como los insultos, las humillaciones, las mentiras o las ofensas no me sentiría victoriosa. Muy al contrario, me avergonzaría de mi misma. Vería mi reflejo en el espejo con mirada acusadora preguntándome... ¿en qué te has convertido?
 Gano cuando soy fiel a lo que creo y a los principios por los que quiero guiarme. No siempre lo consigo, por desgracia. A veces me dejo arrastrar por el camino fácil. Pero, igual que intento cada día mejorar en mi entrega, mucho más importante me parece mejorar como persona.

viernes, 2 de octubre de 2015

RELLENANDO EL CURRÍCULUM

   No se si será a causa de la influencia del mercado laboral y su feroz competitividad pero parece que ahora tenemos que ir currículum en mano para cualquier asunto. Inicias una conversación con un dom y en las primeras veinte líneas ya pretende saber todo de ti; de dónde eres, qué edad tienes, si estás casada, si tienes experiencia, a qué te dedicas... A ver, que no digo que conocer estas cosas carezca de importancia pero, ¡un poco de moderación, por favor! ¿Dónde quedan las charlas pausadas en las que un tema lleva a otro y poco a poco se va conociendo a la persona? Hay interrogatorios (uy perdón, quise decir conversaciones) que más parecen una entrevista de trabajo.

 Veamos señorita:
- ¿cuál es su experiencia en el tema?;
 -¿ha trabajado (ha tenido Amo) con anterioridad?;
-¿conoce la filosofía de nuestra empresa (ssc, rasck, prick, loquenossalgadelosco*****..)?;
-¿está dispuesta a trabajar por los objetivos comunes (superación de metas, instauración de un 24/7...)?;
-¿está familiarizada con la metodología de trabajo (uso de material de restricción y disciplina, manejo de frío y calor...)?;
-¿cuál es su disponibilidad horaria (las tardes, los fines de semana, una vez al mes...)?;
-¿trabajaría según incentivos (premios y castigos)?;
-¿estaría dispuesta a trabajar desde casa (le gusta el cyber)?;
-¿trae referencias de sus anteriores empresas (Amos)?

  Y así un largo etcétera, seguido de la cumplimentación del contrato y del período de prueba y adaptación. Por no olvidar que la mayoría de las empresas piden dedicación absoluta.

 En serio, como mi mente tiene la mala manía de volar sola y no prestarme la menor atención, he vivido situaciones de estas en las que me imaginaba al dom repeinado hacia atrás con gomina, vestido de traje barato, golpeando la mesa con un bolígrafo mientras nos miraba alternativamente a mi y a mi currículum por encima de sus gafas de pasta. No niego que el rolplay Jefe/empleado (tipo "Secretary") tenga su "aquel" para algunos, pero no es lo que busco en una primera charla y es que hay cada cual por ahí que podría enseñar un par de cosas a la Inquisición. Puedo entender que muchos Doms estén cansados de tonterías y quieran conocer ciertos datos cuanto antes para no perder el tiempo pero, ¡un poco de sutileza, criaturas! Que algunas veces parece como cuando voy a comprar, primero miro la etiqueta y, si me convence el precio, miro el producto. No se los demás pero yo, ni me considero mercancía que tenga que cumplir ciertos criterios de calidad, ni estoy opositando para un puesto de trabajo.

  Pero volvamos al tema principal, que me voy por los cerros de Úbeda. Los que enseñan el currículum a la menor oportunidad (y si no surge se la inventan). Esos que, por todo argumento, esgrimen su experiencia, considerando que sus grandes "logros" en el BDSM avalan y hacen cierta cualquier opinión que salga de sus excelsas bocas.

 Veamos los hitos más usuales:

 -Llevo 20 años en el BDSM.

  Decir ésto y nada es casi lo mismo. ¿Qué se supone que avalan esos 20 años? ¿Qué has hecho durante ese tiempo? Una vez un dom me dijo que llevaba 30 años, que empezó con 17. En el transcurso de la conversación resultó que con 17 descubrió ésto jugando con la novia que tenía y luego no volvió a retomarlo hasta los 30, aunque aún no había encontrado sumisa. ¿Y dices que tienes 30 años de experiencia?¿En serio? Los hay que llevan cinco con encuentros una vez al mes y nada más entre medias. Otros llevan un año pasando todos los fines de semana juntos. Hagamos cuentas... 12 meses por 5 años son 60 encuentros; un año son 52 semanas, a dos encuentros cada una son 104 encuentros. ¿De verás los años son garantía de experiencia? Uno puede llevar 15 años y no haber probado nada y otro a los tres puede estar de vuelta de todo. Yo personalmente valoro más la calidad que la cantidad. Cierto que también existen Doms que aúnan ambas cosas pero el tema es que el dato de los años aporta poca información por si solo. Cuando leo a alguien alardear de sus muchos años me quedo con cara de... "¿y?" Yo llevo 10 viviendo en mi ciudad actual y me sigo perdiendo (quedan vetados los comentarios sobre mi nulo sentido de la orientación). Dicen que con los años nos volvemos más "nosotros mismos". En algunos casos los muchos años hacen que uno se acomode en su rutina y experimente una tremenda aversión a cambios e innovaciones. La experiencia es un grado, sin duda, pero ésta no depende de los años sino de la práctica y la autocrítica honesta.

 - He publicado dos libros de BDSM

  ¡Felicidades! ¿En qué editorial? ¿De qué tirada? ¿Se han reeditado? ¿Se han vendido? Mejor o peor muchos somos capaces de juntar cuatro frases. Y, aunque algunos ni se lo planteen, que algo esté escrito en un libro no lo convierte automáticamente en dogma de fe. He leído algunos libros de temática BDSM (ficción y manuales) a los que la mejor utilidad que les encontré fue como combustible de barbacoa. Por no mencionar que muchos se publicaron en Amazon, que ofrece la opción de autopublicación. Hay libros muy buenos, cierto, pero curiosamente no suelen pertenecer a los que andan por las redes sociales dándose bombo.

 - Administro 20 grupos de BDSM en las redes sociales.

  ¡Wow, qué proeza! Los libros de Historia en el futuro te incluirán en sus páginas y sin duda las mejores universidades ofertarán seminarios monográficos sobre semejante hazaña. A ver, que para crear un grupo solo hay que saber pulsar cuatro teclas y, para administrarlo, no hay más que prestar cierta atención para mediar en los conflictos y limpiarlo de trolls y spam. Mañana si me apetece puedo crear un grupo sobre senderismo en los fiordos. Yo no he pisado Noruega pero ya se encargarán de dar movimiento al grupo los usuarios aficionados al trekking. Con moderar y, si acaso, poner de vez en cuando alguna fotillo y un copy-paste generosamente ofrecido por San Google funcionarán estupendamente. Aunque yo no tenga ni p.i. de lo que hablo. Y, ya que estamos, eso de "administro 20 grupos" a mi más bien me espanta. Yo tengo dos más el blog y voy sobrada. Solo se me ocurren tres modos de administrar 20 grupos a la vez, a saber:
- Delegar el trabajo en otras personas; por tanto solo se es administrador de nombre (a parte de un poco jeta) y poca experiencia te aportará.
- No hacerles ni puñetero caso; de nuevo, así aportan nula experiencia, además de mostrar al administrador como un irresponsable.
- Trabajar diariamente (pero de verdad, no abrirlo dos minutos) en esos 20 grupos; con lo cual o tu día tiene más horas que el mío o no dedicas mucho tiempo a lo que hay más allá de la pantalla. A mi me gusta que mi Amo me dedique tiempo y atención (egoista que es una). Si un Dom para tirarme los tejos me dice que administra 20 grupos salgo corriendo...

  - Tengo un blog.

  Pues vaya novedad, yo también y no me considero ejemplo de nada.

  - He tenido 7 sumisas. (Esta es de mis preferidas)

  ¿En cuanto tiempo? Cuando se inicia una relación nunca se sabe cuánto va a durar. Pero yo no inicio nada que ya venga con fecha de caducidad de serie. Oye, que habrá quien sea eso lo que quiera, ¡todo para ellos! Pero como me gusta algo más que solo las sesiones y valoro mucho mi entrega, no se la voy a dar a alguien que como aval me está diciendo que cambia cada tres meses. Con ésto me ha ocurrido una cosa curiosa. En mi época en IRC, cuando charlaba con Doms que habían tenido sumisas, solía interesarme por los motivos de la ruptura. ¡Ni os hacéis una idea de la cantidad de parejas que se rompen porque la sumisa se muda!¡Y en muchos casos al extranjero! En serio, creo que los servicios de inmigración deberían estudiar este fenómeno. A ver si algún estudiante de Antropología lo usa como tema de su tesis: "Flujos migratorios ligados a las tendencias sexuales" Me parece fascinante. Seguramente habrá más logros curriculares pero ya me he alargado demasiado. Por supuesto ésto es también aplicable a las sumisas, aunque a ellas las veo menos jugar la carta de la experiencia.

   Visto como está el patio, a ver si localizo a mis ex y les pido una carta de recomendación (y ya puestos, el finiquito)