martes, 26 de enero de 2016

POR ENCIMA, NO SUPERIOR

   Hombres y mujeres somos distintos; física, histórica y (por desgracia) educacionalmente. Es un hecho objetivo, guste o no. Sin embargo no hay por qué entender esas diferencias como algo malo. Son ellas las que nos hacen ser como somos, las que nos definen. Todos deberíamos gozar de los mismos derechos legalmente, las mismas oportunidades, los mismos deberes... pero, por lo demás, las diferencias están ahí y deberían ser motivo de disfrute, no de conflicto. Yo soy mujer, me gusta serlo; no quiero ser hombre, quiero que tengamos los mismos derechos y obligaciones, pero no soy igual a ellos. No es lo mismo ser "su igual" que ser "igual".

   Y como hombres y mujeres somos distintos, sumisos y sumisas también lo somos. Ni mejores ni peores, solo distintos. La Dominación masculina no es igual al Femdom. No voy a entrar ahora a analizar las diferencias (quizás en otro momento), solo quiero fijarme en un aspecto concreto que me ha llamado la atención. Hace unos días vi una de esas preciosas e irreales fotografías (es decir, de estudio y con modelos que igual ni saben qué es el BDSM) con el lema "women are superior". Fue eso lo que me llevó a reflexionar sobre lo diferente que vemos algunas cosas sumisos y sumisas.
  "Las mujeres son superiores". Sobra decir que acompañaba a esta fotografía los comentarios de sumisos expresando su conformidad con esta declaración. "Las mujeres son superiores". ¿Por qué?, me pregunto. ¿Por el simple hecho de tener dos cromosomas iguales? ¿Qué superioridad otorga eso?

   Como sumisa disfruto enormemente de someterme a un Dominante; preferiblemente hombre, pero tampoco me desagradan las Dóminas que no van de diosas perdonavidas. Creo en la asimetría de las realaciones BDSM; uno ordena, otro obedece; uno sirve, otro es servido; uno ata, otro es atado; uno azota, otro es azotado; en definitiva, uno domina y otro se somete. Sin embargo en ningún momento me he considerado inferior a nadie.

   "Women are superior". No Dóminas o Amas; no. Women. Las mujeres, todas, sin importar su rol, son superiores. Reconozco que no comprendo este modo de pensar. Entiendo (y comparto, como sumisa que soy) el deseo de servir y someterse a otra persona, pero no esa generalidad. Yo no considero que los hombres sean superiores a las mujeres. De hecho ni siquiera considero que los Dominantes lo sean. El Dominante es simplemente alguien que tiene gustos, actitudes y aptitudes opuestas y complementarias a las mías. Alguien que encaja con mis gustos, actitudes y aptitudes como si de una pieza de puzle se tratara. Juntos podemos crear arte, podemos experimentar, disfrutar, vivir... Se da y se recibe, mutuamente. Pero no es superior a mí. Puedo considerar a una persona en concreto, la que ostenta el título de Amo, por encima de mí, porque así lo elijo. "Por encima", no "superior".

   El silogismo es fácil; si las mujeres son superiores y no eres mujer, eres inferior. Como mujer no me siento superior a ningún hombre por el mero hecho de tener genitales distintos a los de ellos. Tampoco me siento superior a otras mujeres ni inferior a nadie. Por supuesto reconozco la superioridad de determinadas personas (personas, sin importar su género) sobre mí en determinadas materias. Es obvio que siempre encontraremos a otros que tengan más conocimientos, que posean más o mejores habilidades. Sin embargo, eso no les convierte en personas superiores, así, en general. Sino en personas con conocimientos y habilidades superiores a las nuestras. La diferencia es enorme.

   Siempre he pensado que la sumisión es para personas fuertes, que tengan una alta autoestima, que sepan lo que quieren y, especialmente, lo que no quieren. Personas que se quieran, que se valores, que se aprecien. Ya se que la humillación se contempla en las prácticas BDSM, pero no es lo mismo un juego en el que verbalices que eres inferior a tu Amo que la creencia y convicción de que eres inferior a todo un género. ¿Cómo puede nadie valorarse a sí mismo si realmente se considera inferior?

lunes, 18 de enero de 2016

DE DIOSES Y HOMBRES

   Uno de los símiles más usuales en la literatura BDSM es la equiparación del Amo (y especialmente de las Dóminas) con un Dios. Suelo encontrar textos en los que se exhorta a la sumisa a tratar a su Amo como Dios; sumisos que llaman Diosas a toda Dómina y Dominantes en general esgrimiendo esa auto adjudicada divinidad. Reconozco que el término me produce bastante rechazo. Nunca me ha gustado la idea de mezclar lo divino y lo mundano. Sin embargo, hace poco leí a una sumisa, cuya entrega, dedicación y compromiso admiro, referirse así a su Amo, lo que me llevó a meditar sobre el tema; concluyendo que todo depende del concepto que tengamos de "dios".

   Las religiones monoteístas actuales y, de modo especial en nuestra cultura, la cristiana, nos muestra una imagen de Dios todopoderoso, omnipresente y omnisciente. Es una figura llena de sabiduría, que premia y castiga; que decide qué está bien y qué está mal, a quién se recurre cuando hay problemas (y se responsabiliza de ellos). Nunca se equivoca, siempre sabe qué es lo que más nos conviene (aunque no lo comprendamos); no cabe en Él posibilidad de error. Es objeto de veneración y reverencia. Tiene en sus manos nuestras vidas, dirigiendo(o al menos guiando, teniendo en cuenta el libre albedrío) nuestro destino. Su poder es infinito; sus virtudes son cuantiosas y sin tacha. 

   Esta idea de un ser supremo, desde mi punto de vista, no es en absoluto aplicable a los Dominantes. Puede quedar bien como metáfora y recurso literario, pero no es realista. Los Dominantes son personas y, como tales, son falibles. No lo saben todo, no tienen todas las respuestas, no siempre comprenden plenamente a sus sumisos (¡ni a ellos mismos!); no son totalmente objetivos, ni inmunes a la manipulación y los sentimientos. En ocasiones son mezquinos, envidiosos, intolerantes, arrogantes, egoístas... En otras sin embargo son desprendidos, respetuosos, acogedores, comprensivos, humildes... Podría continuar enumerando defectos y virtudes pero, ¿para qué? Todo se resume en una palabra: son humanos. 

   Pero dioses ha habido muchos y muy variados a lo largo de la historia de la Humanidad. Las religiones antiguas y politeístas nos brindan una imagen muy diferente. Los Dioses de la antigüedad eran creados a imagen y semejanza del hombre. Eran belicosos, se dejaban arrastrar por las pasiones, los "pecados capitales" formaban parte de su vida diaria. No hay más que leer un poco sobre mitología celta, egipcia, vikinga... Los Dioses buscaban el poder y la supremacía unos sobre otros y para eso no dudaban en engañar, traicionar y asesinar si hacía falta. Un fiel reflejo de las pasiones más viles de los hombres. Fijémonos por ejemplo en la mitología grecorromana, por ser la más conocida. Júpiter era lujurioso; Juno celosa; Ares pronto a la ira; Diana vanidosa; Hades envidioso; Vulcano tullido y feo... Y sin embargo eran venerados por la creencia de que podían influir en las vidas de los insignificantes mortales. 

   Esta imagen si puedo asociarla a un Dominante. Una persona con virtudes y defectos, imperfecta, falible, no omnisciente que, sin embargo, es capaz de ganarse la veneración de sus sumisos. Que es capaz de inspirar en ellos el deseo de obediencia y seguimiento. Que es tomado como referencia y guía, aun siendo conscientes de sus errores e imperfecciones. El Dominante puede ser el Dios de su sumiso porque así lo ha decidido este. Porque es su punto de referencia y su modelo a seguir. Porque es a quién recurre cuando duda, cuando teme, cuando esta desorientado; así como cuando quiere compartir sus alegrías y triunfos. No es su Dios porque piense que es perfecto y que todo lo puede; no; es su Dios porque es a quién elige servir y obedecer. 

   A los Dioses se les veneran porque se cree en su capacidad para influir en nuestras vidas, más allá de nuestras propias decisiones. ¿Qué importa el poder que tengan si no puede afectarnos? Me hace gracia cuando leo a Dominantes, especialmente a las Dóminas, auto proclamarse dioses, esperando e incluso exigiendo ser tratados como tales, cuando no son más que simples mortales con el ego subido. Me resulta ridículo. 

   Los Dioses-Dominantes no tienen más poder real que el que les ha sido otorgado por sus sumisos. Son ellos quienes pueden elevarles a los altares y, especialmente, quienes pueden bajarlos de una patada. No son venerados porque auto proclamen su falsa divinidad. Lo son porque con sus actos y actitudes se han ganado ese derecho a ser reverenciados por la persona receptora de sus favores y atenciones. Porque han conseguido que alguien les admire y les valore por encima incluso de sí mismos. Que un sumiso considere a su Amo su Dios no es un derecho del Dominante. Muy al contrario, es algo que se gana con el tiempo; es un privilegio que harían bien en valorar muy seriamente pues, como tal, conlleva una enorme responsabilidad. Así que, antes de exigir a nadie ese titulo sería mejor plantearse... ¿qué he hecho para ganarlo?

jueves, 14 de enero de 2016

PROYECTOS DE AÑO NUEVO

Acabada ya la temporada navideña y repuestos de la resaca que la vorágine de estas fiestas dejan tras de sí, volvemos a la (bendita) rutina reuniendo fuerzas para encarar el recién estrenado año. Y, como no podía ser de otra manera, es el momento de plantearse los propósitos de Año Nuevo. Si, esos que nunca se cumplen, esos mismos; los que se arrastran de un año para otro y que antes del 15 de enero ya se han abandonado cual molesta pelusa en un rincón. Están los tres típicos: dejar de fumar, aprender inglés e ir al gimnasio. Para dejar de fumar primero tendría que empezar, así que descartado por absurdo. Mi relación con el inglés es de love/hate; como ese amigo molesto de toda la vida al que cuando no está echas de menos. Seguiremos unidos hasta la muerte. Respecto al gimnasio... ¡cómo no inventen el día de 30 horas! Lo mejor es ser honestos con uno mismo y realistas con nuestras posibilidades. Los objetivos no cumplidos son fuente de frustración de modo que mejor rebajar las expectativas. Pensando en ello me vino a la cabeza un par de cosas. La primera fue esa campaña televisiva "doce meses, doce causas". A continuación me vino a la memoria la "teoría" de que si repites algo durante 21 días seguidos se convierte en un hábito. No tengo mucha fe en ello pero le concederé el beneficio de la duda. Aunando ambas cosas he decidido marcarme pequeños objetivos mensuales, tanto en mi día a día como en el BDSM. Pequeños proyectos que requieran un esfuerzo tolerable. Y justo eso quería compartir hoy; uno de esos mini objetivos "bdsmeros" para llevar a cabo en Internet (que los proyectos para el BDSM piel con piel son privados) Este enero me he propuesto no alimentar a los troles. Supongo que todo el que haga uso de redes sociales, chats o foros de Internet estarán familiarizados con el término. Se conoce como "trol" a aquellos usuarios que se dedican a dar por... ejem... quería decir a reventar debates, resucitar publicaciones de la prehistoria de los grupos, publicar sin orden ni concierto hasta saturar los medios, desvirtuar todo lo que tocan... Según la Wikipedia, "en la jerga de Internet un trol o troll describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como puede ser un foro de discusión, sala de chat, comentarios de blog, o similar, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión) o, de otra manera, alterar la conversación normal de un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. Según la Universidad de Indiana son una comunidad en aumento. El trol puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás." Seguro que a todos se os viene a la mente alguna situación así, ¿verdad?. Cuando me uno a un grupo de BDSM es para aprender, compartir, debatir... no para seguirle el juego al "tocanarices" de turno. Flaco favor nos hacemos boicoteándonos de esta manera. Quizás parezca un propósito tonto o simple, pero si dejásemos de alimentar a estos personajes sería mucho más fácil que nos tomaran en serio. Nadie nos va a respetar si no comenzamos por respetarnos nosotros mismos. Además, como hoy me siento magnánima, voy a incluir en el saco de los troles a todos aquellos cuyo mayor argumento es el insulto, a los aficionados a las cazas de brujas, a los que pasean de grupo en grupo sus rencillas personales... Total, ¡que al final hasta me va a sobrar tiempo de ir al gimnasio!