viernes, 5 de febrero de 2016

MÁSCARAS SOBRE MÁSCARAS

  De lunes a viernes somos abogados, médicos, jardineros, profesores, taxistas, pintores... padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, hermanos... Pero cuando llega el fin de semana, cuando la oscuridad nos ampara y nos abraza, podemos mostrar otra cara. Entonces somos Dominantes, sumisos, masoquistas, sádicos... damos rienda suelta a las pasiones atávicas, dejamos en un cajón prejuicios culturales y moralistas, a la espera de ser recuperados cuando volvamos a nuestra rutina diaria. Cambiamos los vaqueros por el látex, las zapatillas por tacones, las camisetas por corsets y los colgantes por correas de cuero... Nos quitamos las máscaras... ¿o nos la ponemos? ¿Cuál es nuestra imagen real? ¿Cuál es nuestra esencia? ¿Cuándo fingimos y cuándo somos nosotros mismos?

   Personalmente todas esas facetas son las que me convierten en lo que soy. Tengo la suerte inmensa de vivir una relación D/s con mi pareja, por lo que mi BDSM no se reduce a encuentros furtivos y programados; pero sí, aun así, muestro otras versiones de mí misma en el trabajo, con la familia, con según qué amigos... No obstante no creo que esté fingiendo. Esa persona también soy yo. Me gusta ser así, me gusta la diversidad. Me gusta vivir con cada persona y en cada momento experiencias distintas.

   En las redes sociales, en los chats, incluso en las reuniones he observado un fenómeno curioso. En ellas vestimos nuestra "máscara" BDSM, mostramos esa versión de nosotros mismos... y, sin embargo, hay quién ni siquiera aquí sabe mostrar la verdadera imagen de esa faceta de su personalidad. Se esconden bajo ideales de Amo de folletín o sumisas de novela rosa. Muestran una imagen preparada y estudiada; los gestos, las palabras, la teoría políticamente correcta recitada de memoria, cual papagayo entrenado para ello. No hay lugar para la espontaneidad ni la naturalidad. Lobos con pieles de cordero. Buscadores de oro que no quieren mojarse los pies. Creadores de castillos en el aire que desaparecen al primer soplido. Máscaras sobre máscaras. Disfraces que ocultan las intenciones y el alma. Hábitos que intentan crear al monje. Atrezzo para ocultar el desconocimiento, la inexperiencia o, lamentablemente, arteras intenciones. Máscaras sobre máscaras. Algunas tan arraigadas que incluso llegan a creerse. Pero... ¿qué queda cuando desaparecen? ¡Qué sorpresa y placer cuando retiras una máscara y la imagen que encuentras es la misma que mostraba!

   Es tiempo de disfraces, fingimientos y antifaces. Tiempo de recrear personajes extravagantes e imposibles. De lucir galas y maquillajes que nos transformen. Pero, aunque nos sumerjamos y disfrutemos de la ilusión, no hay que dejarse engañar por ella... No sea que, al llegar la Cuaresma, las risas se tornen en llanto.

   Disfrutad de vuestras máscaras, gozadlas, compartirlas, recrearlas... pero no olvidéis que lo que realmente importa es lo que esconden. ¡Feliz Carnaval a todos!

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