miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA SUMISIÓN DEL DOMINANTE

   Hay días que me planteo si mi modo de entender la Dominación está totalmente alejado de la visión más extendida. No es que me importe, por otra parte. Con que me valga a mí, no necesito que nadie más lo comparta. Pero si que me resulta curioso leer algunas actitudes tan diferentes de las mías.
   
   No se si el problema es que hay muchos más preocupados por decir lo políticamente correcto que por sincerarse con lo que realmente sienten y desean. Muchos de los textos y de las opiniones parecen recitados del manual del perfecto Amo/Dom/sum. Como yo esos manuales los uso para encender el fuego de la barbacoa, lo de recitar el catecismo del BDSM no va conmigo. Tampoco decir lo que se considera políticamente correcto. Personalmente considero que no hay nada tan irrespetuoso como decir lo que se considera correcto en lugar de lo que realmente pensamos. 

   Tengo una idea de lo que es la Dominación dentro del BDSM que cada vez casa menos con la realidad que observo. Un Dominante necesita, para mi gusto, una serie de cualidades imprescindibles tales como paciencia, honestidad, apertura de mente, ingenio, sentido del humor y un largo etcétera. Sin embargo, no es un modelo sacado de un folletín; siempre con esa pose enigmática y elegante, siempre perfecto, que todo lo sabe y domina todas las técnicas. Un Dominante es una persona como otra cualquiera y, como tal, es falible. Los Dominantes se equivocan, comenten errores, "meten la pata", en ocasiones no entienden a su sumisa, no siempre saben lo que necesita (¡si ni nosotras mismas lo sabemos!)... Un Dominante íntegro, consciente de lo que es y, especialmente, de lo que no es, sabe pedir disculpas cuando es necesario, no se avergüenza de reconocer lo que no sabe y de buscar a quién si sepa, puede ser alumno tanto como maestro, debe ser humilde para reconocer sus defectos y carencias... Porque sí, todos los Dominantes tienen alguna carencia, no hay nadie que sepa absolutamente todo sobre todos los temas y reconocerlo no le hace menos Dominante, al contrario, le engrandece como persona. Todo ésto, no obstante, son cualidades que apreciaríamos en cualquier persona, independientemente de su rol. Más aún, son cualidades que busco en cualquier persona vainilla. Solo hay una característica que buscaría en un Dom y no en un vainilla... ¡qué sea Dominante!

   Obvio, pensaréis... Y sin embargo es la característica que más echo en falta últimamente. Porque la dominación tiene que comenzar por uno mismo y esa, por desgracia, en más casos de los deseables brilla por su ausencia. Veo a demasiados Dominantes que pierden los papeles a la primera de cambio; que insultan para pedir respeto (¿se puede ser más incoherente?), que se ofenden con todo aquel que no le baila el agua, que andan lloriqueando "es que no hay sumisas de verdad" (¿te has planteado que igual están con "dominantes de verdad"?), que denigran la opiniones que no coinciden con la suya... Lo siento, si no puedes dominarte a ti mismo, ¿cómo vas a dominar a otros? 

   Y, ya apartándonos del todo de la corrección política, veo a Dominantes que tienen un concepto de Dominación más cercano a la sumisión. Dominantes que hacen solo lo que la parte sumisa quiere, cuando ella decide y como ella elige. Una vez, en una charla, uno me dijo: "no te haré nada que tu no quieras"... "¡Pues vaya aburrimiento de dom!", pensé yo. A otro le leí contar como antes de cada sesión explicaba paso a paso a la sumisa todas y cada una de las prácticas que iban a realizar, de qué modo y en qué momento (¿dónde queda la sorpresa y la improvisación?) Creo que hemos llegado al punto de confundir el respeto a los límites con la sumisión del dominante. Por supuesto, no hay duda de que la última palabra la tiene la parte sumisa ya que, sin su consentimiento, no hay dominación posible. Pero, una vez claro estos términos, habría que ser coherentes con el rol elegido. 

   Quizás sea que yo tengo un concepto de la Dominación ya anticuado, no lo se; pero para mí, dentro de los límites pactados, el Dom es quien elige qué, cómo y cuando. Lo contrario, cuando yo empecé, se llamaba "dominación desde abajo", un concepto que ahora parece haber caído en el olvido en aras del "respeto" a la sumisión. Si busco un Dominante es para que domine; de lo contrario, mejor me busco un sumiso y ya le ordeno yo que me azote y me ate cuando me apetezca. Querer dominar no implica saber hacerlo. El equilibrio entre el respeto y la Dominación es difícil de obtener y mantener, de manera que ahora resulta que los que acaban cediendo el control son los "Dominantes"... y lo más triste es que ni siquiera se dan cuenta de ello.

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