sábado, 26 de septiembre de 2015

OPINANDO QUE ES GERUNDIO...

   No me gusta poner etiquetas a la gente, entre otras cosas porque somos demasiado complejos para definirnos con un par de adjetivos. Pero reconozco que, aún de modo inconsciente, mi mente clasifica a todos aquellos con los que me cruzo con la característica que más me llame la atención. A mis conocidos los puedo "archivar" por su nombre pero a los desconocidos los acabo definiendo por las pocas peculiaridades que más golpeen mi juicio. Suelo aleccionarme a mi misma repitiéndome que no se puede juzgar la feria por la primera caseta que se ve pero hay ocasiones en las que lo que "grita" una persona resuena con tanta fuerza que no me deja ver lo que hay detrás (o me quita las ganas). 

   Después de años leyendo foros, chats, blogs, redes sociales y cualquier medio que permita expresar las opiniones a los lectores, veo que hay patrones de comportamiento que se repiten... 

  Hay personas que solo leen; no participan en nada más que algún saludo ocasional o unos "me gusta". Me despiertan la duda del motivo de estas escuetas participaciones; ¿son tímidos?, ¿no disponen de tiempo?; ¿les da igual lo que leen?, ¿se sienten inseguros de sus opiniones?, ¿les da "miedo" participar y que otros les cuestionen o se rían de ellos?, ¿todo a la vez o nada de ésto? Seguramente nunca lo sabré, dudo que cambien su modus operandi para resolver mis dudas... 

  Otros son "compartidores compulsivos". Postean veinte fotos a la hora que, usualmente, han tomado "prestadas" a otros compartidores. No dan tiempo a que el resto de usuarios puedan comentarlas ni nos cuentan el por qué de sus elecciones. En ocasiones me pregunto si tratarán de batir algún record que desconozco.

  Los hay adictos al copy-paste. Postean todo lo que encuentran por la red (quiero pensar que es porque están de acuerdo con lo expuesto en esos artículos). Esta categoría me provoca sentimientos variados pues puede subdividirse en otras muchas. Algunos no se molestan en copiar también la fuente original (o en su defecto poner que es desconocida), mostrando (siempre en mi personal e intransferible opinión) una tremenda falta de respeto a los autores. Incluso en ocasiones se atribuyen el mérito del escrito, apropiándose de alabanzas que no les pertenecen; bien de modo explícito mintiendo sin pudor, bien de modo ambiguo, no sacando de su "error" a aquellos que opinan creyéndoles los autores. Otros recurren a este método al carecer de facilidad de palabra para exponer sus ideas, porque se sienten reflejados, porque esas palabras tocan alguna fibra de su alma o por la necesidad de recurrir a información autorizada de materias que les son ajenas. Y también en este apartado pululan los compartidores compulsivos; esos que copian otro artículo cuando apenas ha comenzado el debate del anterior. Supongo que, con tantos subgrupos, las motivaciones de este comportamiento serán de lo más variadas. Lo cierto es que no me importan demasiado, solo me molesta cuando no se reconoce el trabajo de los autores. 

 Seguimos con el grupo de los anunciante y buscadores. Esos que solo escriben para anunciar lo que buscan. A algunos incluso parece que les cobren por palabras y escriben de un modo telegráfico: "busco sumisa Madrid yo Amo 24". Aquí si que me corroe la curiosidad... ¿Alguien contesta a estos anuncios? 

  Sin olvidar una variante de la anterior; los que van a su p*** bola y escriben sus ofertas en cualquier hilo, sin importar lo que se esté debatiendo. 

  Están aquellos que lo ven todo negro... "No hay educación, ésto no pasaba con la Old Guard, en este grupo solo se denuncian fotos y perfiles, no hay sumisas/Amas" (una aclaración, ya que estamos, que no te hagan caso no significa que no exista ;) ), etc... Que oye, no digo que carezcan de razón pero, ¿no sería más útil hacer algo al respecto aparte de quejarse? ¡Un poco más de proactividad, por favor!

  En contraposición los hay que ven misticismo en el menor gesto. El BDSM es maravilloso, sublime, nos eleva sobre la mediocridad vainilla; nadie se entrega como nosotros, no hay vínculo más fuerte que el de Amo/sumisa, nadie ama (ni sufre) de modo tan incondicional; no andamos, levitamos sobre los pobres vainillas que no han descubierto o no se atreven a probar el BDSM; nos hace mejores, más altos y más guapos. Siempre que leo cosas así pienso en lo afortunada que he sido por vivir con intensidad mis relaciones vainilla. Debo ser una privilegiada... 

  Abundan los de la doble moral. Esos que se quejan de que la sociedad no nos comprende pero luego no toleran ninguna visión del BDSM distinta a la suya. O los que llevan la honestidad por bandera, pero solo para su pareja D/s, a la pareja vainilla que está en casa mejor le hacemos el favor de que viva en la ignorancia. 

 Un singular colectivo son los de las autopromociones. No participan en nada, no opinan, no comparten sus experiencias... vamos que no aportan nada al grupo ni a sus usuarios. Eso sí, se sirven de ellos para promocionar sus negocios, sus libros, sus servicios... 

 Últimamente he notado un considerable aumento de los que usan estas plataformas cual ring de boxeo. Llevan todos los temas a lo personal, airean sus intimidades (¡y las de terceros!), se cruzan amenazas, reproches, acusaciones, se van buscando de un grupo a otro, llevando su particular guerra a todo el que quiera (o no quiera) oírla. Gustan de airear los trapos sucios, publican privados o promueven la creación se listas negras. 

  Peculiares son los "curriculares". Avalan sus opinones currículum en mano. Aprovechan la menor oportunidad (y si no suge se la inventan) para alardear de sus años de experiencia, de sus libros publicados, de la cantidad de sumisas que han tenido; como si esto les confiriese un aura de autoridad o la posesión de la verdad absoluta. 

  Vamos con la joya de la corona, los que analizan cada texto buscando donde meter la puntilla; esos qué, por principios, tienen que rebatir todas las opiniones de los demás. Expertos en cualquier tema, todo lo han probado, todo lo conocen, siempre tienen la razón por lo tanto se dan el lujo de despreciar las evidentemente equivocadas opiniones de los demás. Unos "tocapelotas" pa' entendernos. O, como diría alguien cuyos escritos admiro, maestros-liendres. 

 Y entre todos estos especímenes, está la "plebe", los del "vive y deja vivir"; los que opinan con naturalidad, admitiendo que a veces aciertan y otras se equivocan. Los que buscan pasar el rato, compartir, conocer; sin alardear ni presumir. 

  Seguro que os habréis encontrado otras tipologías; éstas solo son las que más me llaman la atención. Obviamente algunas se entrelazan, se comparten, se modifican... ¿Con cuantas os habéis encontrado?

   ¡Ah, se me olvidaba una! Las cansinas como yo que escriben post largos llenos de desvaríos... ¡Gracias a todos los que habéis resistido hasta el final!

viernes, 25 de septiembre de 2015

AMBIENTANDO EL MOMENTO

  Creo firmemente que para mantener una relación D/s solo hace faltan dos personas que se complementen, una dominando y otra sometiéndose. Sin embargo, no puedo negar que uno de los aspectos que me atráen del BDSM es su treatralidad. Lo que suele denominarse "crear una escena". No vivo una D/s de sesiones, la sumisión para mi se manifiesta en pequeños detalles de la vida diaria, pero eso no significa que no sesione. Y en esos momentos me gusta disfrutar de los detalles que ayudan a entra en situación. 
   Lo comparo con preparar una cena. Puedes pasar unos filetes por la plancha y sentarte con tu pareja en el sofá a comerlos; apartando al gato y sentándote sobre tus pies calzados con zapatillas de animalitos a juego con el pijama. O puedes cubrir una mesa con un mantel de tela, servir un buen vino en cristal de bohemia, acompañar esos filetes con una reducción de Pedro Ximenez y vestir un escotazo que haga que tu pareja quiera pasar directamente al "postre". Ambas cenas sirven a su propósito; sacian tu hambre, permiten disfrutar de la compañía y, según el momento o el estado de ánimo, nos apetecerá una u otra. Igual me ocurre con las sesiones. Cuando te entregas el Amo domina igual con bermudas y chanclas en la playa que vistiendo de Armani en una boda. Pero, ¡por pedir que no quede! 

   Hay ambientes que ayudan a entrar en situación, que te vuelven más receptiva y provocan ese estado mental donde la anticipación ya te predispone al deseo. No es lo mismo entrar por la puerta de tu casa y ver la pila de ropa por planchar y la compra por colocar que cruzar la entrada de una mazmorra. Será que, como ya dije, me gusta la teatralidad, dejar volar la imaginación y recrear ambientes que se alejen de lo cotidiano. 
   Me apasionan las mazmorras, cuanto más toscas mejor; nada de cortinas de terciopelo, alfombras persas y luz natural o lámparas de diseño. Las quiero de piedra desnuda en suelo y paredes; de recias vigas en el techo; con luces tenues y amarillentas, que creasen un juego de sombras, donde la penumbra incite a probar juegos prohibidos; jaulas con puertas que chirrían y, si están en un sótano, mejor que mejor. Completaría el ambiente con velas encendidas, que impregnaran la estancia con el olor de la cera derretida mezclado con la humedad y el cuero. No se oiría más ruido que el eco de los pasos, las respiraciones agitadas, los gemidos, los susurros, el roce de las cuerdas, el tintineo de las cadenas, el restallar del cuero al azotar... Y, muy de fondo, una leve música de cámara, cuanto más desconocida mejor, para no caer en la tentación de tararearla y perder la concentración de esa miríada de estímulos. Vista, oído, olfato, tacto e incluso gusto al besar y lamer los objetos causantes de la tortura del placer. 
    No me considero fetichista de la ropa pero no negaré que me siento más sexy luciendo lencería fina o uno de esos maravillosos corsets que tanto favorecen al realzar las curvas. También me gustan los zapatos con taconazos de vértigo, esos que crean piernas infinitas y curvan el empeine de un modo sublime. Y para el hombre, tanto da unos vaqueros desgastados como un traje y una camisa impecablemente planchados. ¡Qué imagen tan divina! 

   Aunque, siendo honesta conmigo misma, lo más probable es que ese ambiente húmedo me hiciera estremecer más de frío que de deseo; que los ácaros de las vigas desencadenaran la alergia; que cayera de bruces al no saber andar con taconazos; que me desconcentrara la posibilidad de desgarrar la lencería en ese ambiente tan hostil o que me durmiera si me quedo mucho rato en una jaula con tanta tranquilidad... Y es que mis deseos y mi parte racional llevan años a la gresca, tanto que a veces ni yo me entiendo...

  ¿Y ustedes? Puestos a pedir sin restricciones (ya se que lo que más importa es la persona que tengas a tu lado, demos por hecho que existe), ¿qué ambientación prefieren?

martes, 22 de septiembre de 2015

EJERCIENDO EL LIDERAZGO

    Hoy he leído una frase interesante, decía Harry Truman que el liderazgo consiste en conseguir que las personas hagan lo que no quieren hacer y que eso les satisfaga. No estoy del todo de acuerdo, pues también puede ocurrir que los objetivos de las personas coincidan con los del líder pero, en cualquier caso, me ha dado qué pensar llevándolo al terreno del BDSM. Desde mi punto de vista, dentro de la relación D/s, el Dominante es el líder. No concibo que se pueda dominar sin ejercer un buen liderazgo y eso me ha llevado a investigar sobre el tema buscando paralelismos.

   Se puede definir, de un modo menos cínico, el liderazgo como el proceso de influir sobre las personas para que ayuden a conseguir el objetivo marcado, logrando a la vez que lo que hacen les satisfaga. Me resulta muy fácil encajar esta definición en mi concepto de una relación D/s. El Amo (líder) educa, guía, orienta (proceso de influir) a la sumisa (sobre las personas) para ir superando metas, creciendo en su sumisión (conseguir el objetivo marcado) y obteniendo placer en su servicio al Amo (lo que hacen les satisfaga).

   Lo que convierte a una persona en Dominante/líder es la disposición de otras a seguirlo. Las personas tienden a seguir a quien consideran que les pueden proporcionar los medios para satisfacer sus propios deseos, para conseguir sus propios objetivos. En el caso de la sumisa, el objetivo es la entrega, el sometimiento, la búsqueda del placer y la satisfacción de los propios instintos a través del servicio al Amo. Este guía y motiva, orienta y media en los conflictos; en resumen, ejerce de líder.

   Muchas son las teorías que han tratado de explicar el liderazgo a lo largo de la historia. Es una lectura de lo más interesante pero, por no alargarme, voy a centrarme en una de ellas: la Teoría del Rasgo. Es a la que más similitudes he encontrado con la figura del Dominante BDSM. 

   Hasta la mitad de los años cuarenta, esta teoría fue la base de las principales investigaciones sobre el liderazgo. Los primeros estudios en este campo sostenían que los rasgos del líder eran hereditarios pero, estudios posteriores indicaron que los rasgos podían ser adquiridos mediante el aprendizaje y la experiencia. ¿No os recuerda ésto a la recurrente pregunta sobre si el Dominante nace o se hace? Los investigadores identificaron los siguientes rasgos del liderazgo: energía, fuerza, entusiasmo, ambición, agresividad, decisión, aplomo, autoconfianza, simpatía, afecto, honestidad, imparcialidad, lealtad, seguridad, dominio técnico y habilidad para la instrucción. No se qué opinaréis, pero para mi son características propias del Dominante, es lo que espero encontrar en quién pretende ejercer la dominación sobre la persona que se le entrega. 

   De la combinación de estas características surgen los distintos tipos de líder/Dominante:
 - Autocrático: Toma las decisiones en solitario, apoyándose en su autoridad. Dicta órdenes y espera su cumplimiento. Se considera responsable de la toma de decisiones y de la consecución de los objetivos marcados. Motiva a sus sumisos mediante sanción/recompensa.
 - Participativo: Plantea las situaciones, los objetivos, los medios para logralos; escucha las opiniones del sumiso pero la decisión final le pertenece, es responsabilidad suya en exclusiva.
 - Democrático: Todo se habla y se decide por consenso entre las partes.
 - Liberal: Actúa como guía pero deja a los sumisos la toma de decisiones.

  Por supuesto hay más tipos de líderes, según la teoría sobre la que se fundamenten, pero éstos me han parecido ser los que más se adaptan a la figura del Dominante y a los distintos modos de entender la D/s. Personalmente, me gustan los Dominantes que saben alternar según la situación los papeles autocráticos y participativos; son los que realmente me hacen sentir sometida. Pero esto es solo un gusto particular, no es una opción mejor ni peor que otra. 

  Y ustedes, ¿con qué tipo de Dominante/líder se identifican? ¿A cuál les gustaría someterse?

lunes, 14 de septiembre de 2015

PSEUDOS DE TEMPORADA

   No me gustan mucho las modas. Me parece que influyen demasiado en la gran masa y coartan la libertad de expresión. Prefiero a las personas que actúan conforme a sus propias ideas aún dejando de lado lo políticamente correcto. Eso no implica que yo no siga algunas modas, pero solo porque coinciden con mis gustos. 
   No, no hablo sobre qué ancho de pantalones se lleva esta temporada. Las modas no rigen solo la ropa que nos ponemos sino también el modo de pensar. Y el BDSM, por supuesto, no es una excepción. 

   Desde hace unas temporadas se lleva el SSC. Da igual que muchos aún traduzcan mal sus siglas (¡sane es cuerdo, no sano!), si no lo nombras al menos un par de veces al día no eres "cool". No importa de qué se esté hablando, con decir que lo fundamental es que sea SSC ya quedas como un experto. Que haya otros modos de vivirlo como el RASK, PRICK o CCC son detalles sin importancia... 
   Pero hay otra moda de más rabiosa actualidad: los pseudoamos. No hay un solo día que no lea a alguien nombrarlos. Es el producto estrella, atemporal, la prenda ideal para fondo de armario. Tan versátil que podemos recurrir a él en todas las situaciones.
 ¿Que no me quieres como sumisa? Eres un pseudoamo.
 ¿Que disfrutas del sexo en vez de tener orgasmos místicos? Eres un pseudoamo. 
 ¿Que no haces lo que tu sumisa te pide? Eres un pseudoamo. 
¿Que no me gusta tu presentación en un grupo? Eres un pseudoamo. 
¿Que tu nick no es serio? Eres un pseudoamo. 
¿Que no opinas como yo ni me bailas el agua? Eres un pseudoamo. 

  ¿No hace falta que siga, verdad? Supongo que estos ejemplos sirven para hacerse una idea de la flexibilidad del término. Es ideal para insultar y despreciar a quién no encaja 100% con nuestras ideas... 

 Amo es quién posee a alguien y pseudo (seudo, en la RAE) indica falsedad. Por tanto, pseudoamo sería "falsoamo" o, lo que es lo mismo, amos que realmente no poseen a nadie; bien porque mienten sobre su estatus, bien porque son ellos los dominados desde abajo. Por supuesto que hay personas así; muchas más de las deseables, probablemente, pero ni de lejos todas aquellas que alguna vez han recibido ese calificativo. Cuando un término se repite tanto, acaba perdiendo su significado original y, a mi personalmente, me termina por resultar antipático. La palabreja ha derivado en el burdo recurso al que se recurre cuando no se tienen argumentos para rebatir lo que dice o hace otra persona. Le llamamos pseudoamo y eso, automáticamente, ya debería quitar valor a todo lo que provenga de él. Yo, como soy muy atravesadilla para algunas cosas, cuando leo a alguien usar este término me planteo si no serán ellos los pseudoamos. Mas que nada porque considero que la base del BDSM es el respeto y la tolerancia y si uno se dedica a tratar de desacreditar a los demás, ¿dónde quedan esas virtudes? Todas las personas debería trabajar hacia una continua mejora de sus cualidades, esforzándose, aprendiendo, practicando, escuchando, dialogando... Pero me da la sensación que, quien no consigue mejorar, intenta aumentar su propio valor denigrando el de los demás. De esa manera, el tuerto puede ser el rey al estar rodeado de ciegos o, dicho de otro modo, no importa lo mediocre que yo sea como Amo si todos los que me rodean son pseudoamos ¡qué es lo peor de lo peor! Pero seamos justos, no es un pecado exclusivo de los dominantes, las sumisas también recurren a este insulto cuando el dom en cuestión no se adapta a sus expectativas. Incluso hay quien también habla de las pseudosumisas, aunque no estén tan de moda como su equivalente dominante.

   Para el que lo vive en real, el pseudoamo es el que no sale del cyber; para el Amo 24/7 el pseudoamo es el de sesiones; para quién aprendió junto a un Tutor, el pseudo es quién descubre el BDSM con una novela; para la esclava, la pseudosumisa es la que solo quiere juegos de cama... Que alguien no comparta nuestro modo de vivir o de pensar no lo convierte en "pseudo". Si fuera así, todos y cada uno de nosotros lo seríamos, pues siempre existirá alguien que difiera de nuestro modo de actuar y de nuestra filosofía. 

    Tengo mi criterio sobre lo que hace a alguien un buen Amo o sumisa para mi, como supongo que todo el mundo tendrá el suyo. Al leer lo que escriben algunos, de modo casi inconsciente, baremo que tal encaja en mis estándares. Algunos lo hacen, otros no. Pero, incluso a estos últimos, me niego a denominarles "pseudos". Porque, lo que no vale para mi, seguro que es el ideal de otra persona. Si ellos son felices y  no hacen daño a nadie, ¿para qué ponerles la etiqueta de "pseudo" solo porque sean distintos a mi? Y si van por la vida haciendo daño intencionadamente, insultando, humillando, denigrando, burlándose... entonces si que les cuelgo una etiqueta, pero no de pseudoamo/pseudosumisa, sino de mala persona, sea cual sea su rol.

jueves, 10 de septiembre de 2015

VERDAD VERDADERA

   ¿Habéis escuchado alguna vez una expresión tipo "ésto es tan cierto como que dos y dos son cuatro"? Pues hace muchos años, un amigo que estudiaba Matemáticas me explicó que 2 + 2 no siempre es 4. Ya no recuerdo el razonamiento que hizo, pero si la sensación que me provocó sobre la relatividad de las cosas que damos por ciertas.

   Hoy he recordado una parábola popular que me gustaría compartir:

 "En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente. Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar,y así salir de dudas.   
   Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.  
   El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. “El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”. 
  El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!” 
  Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”. 
 Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo. 
  El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”. 
 El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”. 
  Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados." 

  La verdad, tal y como nosotros la entendemos con nuestros limitados conocimientos, es muy relativa. Si esto ocurre con objetos tangibles ¡imaginad cuando hablamos de sentimientos! El BDSM para mi no trata de las prácticas sino de las sensaciones que éstas producen; ¿y quién puede decir que lo que otro siente es mentira? Hay quién dice que el BDSM es un estilo de vida, otros piensan que son juegos consensuados, para algunos es sexo y para otros "algo más"... Todos tienen razón, simplemente lo que vale para unos no tiene porqué valer para otros... Pero que no valga para nosotros no lo convierte en menos verdadero. 

   La mayoría de las discusiones se originan por esta lucha de pretender poseer la verdad y creer que los demás se equivocan. Me parece absurdo. Cuando escribo u opino sobre BDSM lo hago desde "mi verdad", pero no pretendo convencer a nadie de nada ni creo que esa verdad sea absoluta. "Mi verdad" se basa en mis creencias, mis principios y mi experiencia. Por eso la defiendo. ¡Ojo! Defender, no imponer. Y por eso no me preocupa que otros la cuestionen. ¿Que mi verdad no coincide con la tuya? Pues perfecto, no por eso deja de ser verdad. 

   Todo depende del prisma con el que se mire. La D/s vista desde el prisma vainilla tiene aspecto distinto que vista desde el prisma de un masoquista; y lo que ve un fetichista es distinto a lo que ve un spanker. Pero todos esos aspectos son reales y verdaderos para quién los mira. Lo mismo ocurre con las personas. Para algunos seremos maravillosos y para otros los primos de Satanás. Por eso hay que tener cuidado con las opiniones que vertemos sobre otros y con dejarse guiar por opiniones de terceros. 

  Siempre he pensado, y procuro tenerlo presente cuando hay un conflicto, que la verdad tiene como mínimo tres caras: la subjetiva de una parte, la subjetiva de la otra y la objetiva de ninguno de los implicados. Somos como ciegos que, una vez que descubrimos un trozo de verdad, nos aferramos a ella como si fuera un salvavidas. No está de más plantearse que la verdad se extiende más allá de nuestra pequeña parcela y contemplar las verdades de los demás con ojos más curiosos que críticos, para así seguir creciendo.


martes, 8 de septiembre de 2015

A LOS MIEMBROS Y MIEMBRAS

   Queridos, queridas, lectores y lectoras:

   Todos y todas los y las que practicamos BDSM sabemos que la base de estas relaciones es el respeto. Puede ser que lo llevemos poco a la práctica, pero eso es otra historia. La teoría la conocemos bien casi todos y todas; respeto a la pluralidad de gustos, de prácticas y de roles. En aras de ese respeto, se alzan voces airadas denunciando el sexismo en el lenguaje BDSM, que no es sino un reflejo del que existe en la sociedad actual. Cuando se opina o se escriben artículos generales se habla de los Dominantes y las sumisas y claro, las Dóminas y los sumisos se sienten ninguneados, apartados, no tenidos en la consideración que merecen.

   Participo con cierta asiduidad en varios grupos de temática BDSM y, por lo que veo, la gran mayoría de los artículos, debates, dudas y consultas son planteadas por sumisas; les siguen en cantidad los post de los Dominantes y, en franca minoría, los de las Dóminas. Los de los sumisos son tan escasos que resultan meramente anecdóticos. Eso sí, cuando se trata de manifestar repulsa a esta tremenda falta de respeto lingüístico, las "minorías participativas" son las primeras en alzar la voz. ¿Cómo osa nadie a escribir como dictan las normas gramaticales en lugar de utilizar un lenguaje políticamente correcto? Da igual el tema que se esté tratando, lo importante es utilizar la @ para que todos y todas se sientan incluídos e incluídas.

   Existen sumisos y sumisas, dominantes hombres y mujeres, amos y amas, esclavas y esclavos, switchs, tops, bottoms, spankers, spankees, crossdresser, travestis, transgéneros, sádicos y sádicas, masoquistas, atadores y atadoras, poygirls, brats, perros y perras, kajirae y kajirus, exhibicionistas, fetichistas... y todos y todas los que me dejo en el tintero bien por no alargarme, bien por desconocimiento.

   Con tanta variedad de roles es lógico pensar que las prácticas también lo serán. Y si a eso sumamos que cada uno y una tenemos unas vivencias, experiencias, gustos, valores, opiniones... la variedad tiende al infinito. De modo que, lo que vale para unos y unas, no vale para otros y otras.

   Honestamente, estoy hasta el gorro (por no decir otra cosa), de la corrección política en el lenguaje. Me resulta artificiosa, forzada y, en ocasiones, hasta ridícula (recordemos el momento glorioso de Bibiana Aído dirigiéndose a los "miembros y miembras")

   Veamos lo que dice la RAE al respecto:

   Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.   La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
   El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.



2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.;  2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en  Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.


   Cierto que el lenguaje es algo vivo y en constante evolución pero, a día de hoy, las normas están claras. Por supuesto, cada cual es libre de escribir como quiera en estos medios, lo que no se puede es exigir a otros que lo hagan igual. 

   Yo soy mujer y soy sumisa. Veo mi mundo desde esa perspectiva, así lo entiendo y así lo expreso. No se cómo es una relación con una dómina, ni cómo lo vive un sumiso. Hablo de lo que pienso, lo que vivo, lo que siento. De modo que, cuando escribo, hablo de sumisas y dominantes, porque es lo que conozco. Eso no significa que ignore la existencia de otros roles ni que los considere menos importantes. El respeto a los demás no está en poner una @; al menos, no para mí. Yo busco el respeto en el conjunto, en el contenido más que en el continente. Y, aunque creo que las formas son importantes, no doy más valor a un escrito porque se dirija a sumisos y sumisas. El sexismo no está en el lenguaje, está en la mente de quién lo lee.

jueves, 3 de septiembre de 2015

EL (MAL)USO DE LA PALABRA DE SEGURIDAD

    El uso de la safe word o palabra de seguridad comenzó a extenderse al amparo de los movimientos partidarios del SSC y, más tarde, del RASK. Duante una escena BDSM, palabras como “no” o “para” pueden formar parte de la fantasía o el juego, por tanto se hacía necesaria una palabra que, sin lugar a dudas, indicara que la sesión debía detenerse de modo inmediato. Puede ser cualquier palabra, que sea fácil de recordar para todos los implicados y, preferiblemente, que no sea una palabra de uso común en esas circunstancias (no creo que nadie exclame “ornitorrinco” mientras le están azotando). Personalmente, me gustan las palabras cortas, contundentes y sonoras. Hay quién usa los colores del semáforo para indicar si se debe bajar la intensidad (amarillo) o detenerla por completo (rojo). En 1992, en la revista alemana S/M-Szene aparece una de las primeras referencias documentadas que dice “la palabra de seguridad no debe contener sonidos fonéticamente tenues, para evitar su mala audición con música ambiental. Tampoco debe contener la vocal “i”, ya que ésta es difícil de entender si la voz está tomada”. Sea como sea, la palabra de seguridad debe ser acordada y conocida por todos los implicados en una sesión y, por supuesto, inmediata y absolutamente respetada.

   Al menos esa era la idea original. Ahora me gustaría reflexionar sobre lo que veo hoy en día. Con la proliferación de practicantes de BDSM muchos de los usos y costumbres han ido modificándose y adaptándose a los gustos individuales.
   Hay una tendencia que sostiene que no es necesario usar la palabra de seguridad. Como argumento a su favor, esgrimen que, cuando la sumisa dice “para”, “no”, “basta”, etc, ellos se detienen, sin más. No les quito del todo la razón, pero, desde mi punto de vista, eso constituye también una palabra de seguridad.
   Otras tendencias directamente desechan su uso, como en el Metaconsenso y, por supuesto, la Old Guard. Ahí, la parte sumisa cede a la dominante todo el poder de decisión de parar o continuar una sesión.
   Cada uno sabrá que es lo que mejor le funciona. No voy a entrar a cuestionar si hay que usarla o no porque considero que es una decisión muy personal y que hay que tener muchos factores en cuenta. Personalmente, considero que es útil. Si me da un tremendo calambre en una pierna prefiero decir la palabra de seguridad y parar rápidamente antes que perder tiempo explicándole lo que me ocurre. Pero, repito, es una decisión personal.

Pero de lo que quería reflexionar tras esta introducción es del mal uso o abuso de la palabra de seguridad. Ocurre demasiado a menudo que, una buena idea, con el paso del tiempo y la generalización de su uso, acaba usándose para propósitos muy alejados e incluso opuestos de los originales. Una de los mayores ejemplos es la palabra de seguridad; ésta debería ser un escudo, una protección, un sistema de seguridad... Sin embargo, en demasiadas ocasiones se acaba conviertendo en un arma, tanto en manos de la parte sumisa como en las de la dominante.

   La parte sumisa sabe que tiene en la palabra de seguridad el poder de parar la sesión en cualquier momento. Algo que sin duda se debería hacer si ocurre algún accidente del que el dominante no se ha percatado, si la sesión le está causando demasiado daño físico o moral, si se siente incómoda psicológicamente... ¡cientos de razones! Lo que no me parece una razón es que, simplemente, no tienes ganas, o quieres realizar otra práctica distinta de la que el Dom ha elegido, por no hablar de quienes la usan simplemente para demostrar quién tiene el poder. Personalmente considero estas actitudes un abuso de la palabra de seguridad. Esas situaciones se arreglan dialogando sinceramente con el Dom.

   La parte dominante debe ser consciente de que la palabra de seguridad es una herramienta que debe usar la sumisa para garantizar la seguridad de ambos. No es un arma de presión para su uso personal. He leído a demasiados dominates que dicen que la sumisa “puede usar la palabra cuando quiera, pero eso pondrá fin a la relación” o bien que si se usa es que la sumisa “no se está esforzando lo suficiente” o “no confía en el Amo” o “no quiere complacerle”... Todas las variantes que se os ocurran de este vil chantaje emocional. Eso hará que muchas sumisas no usen la palabra aún necesitándola, por temor a las consecuencias negativa que pueda tener. Se exponen de esta forma a un daño no solo físico, sino también psicológico, al pensar que si hacen uso de la palabra de seguridad no son lo bastante buenas o su entrega no es completa.


   Por tanto, recordemos todos cual es la función de la palabra de seguridad y usémosla para ello, no para nuestros caprichos personales. Si eres Dom, no la uses para chantajear a tu sumisa. Si eres sumisa, no te dejes chantajear ni te aproveches del poder que te da sobre tu Dom.

martes, 1 de septiembre de 2015

LAS TUTORÍAS DENTRO DEL BDSM

   Una de las controversias más habituales dentro del BDSM es el tema de las tutorías. Existen decenas de visiones distintas sobre cómo debe ser esta figura, cuáles son sus competencias, qué debe y qué no debe hacer. Lógicamente, no existe una titulación objetiva que garantice las aptitudes de nadie para desarrollar esta función; lo que, a efectos prácticos, se traduce en que cualquiera puede considerarse a si mismo tutor.

   Y aquí empiezan los problemas, porque cada uno tenemos una idea distinta del significado de esta figura. Considero (en realidad lo considera la RAE) que un tutor es alguien que hace uso de sus conocimientos y experiencia para orientar, guiar, proteger y defender a otra persona cuyos conocimientos y/o experiencias en ciertas materias son menores. Por tanto, para mí, un tutor debe poseer dos características fundamentales: tener conocimientos y experiencias sobre aquello que enseña y tener la voluntad de querer enseñarlo.

  Ésto, que parece muy obvio, a la hora de la verdad no está tan claro. Un tutor busca ayudar a otras personas, compartir conocimientos, resolver dudas, orientar, aconsejar... Pero no impone nada. La decisión última en cualquier tema es de la persona tutelada. Ésta oirá al tutor, valorará lo que tiene que enseñarle y, una vez hecho ésto, tomará las decisiones que considere oportunas. El tutor, por tanto, no busca su propia satisfacción personal, más allá de saber que ha ayudado a alguien. No puede exigir nada a su tutelado, no puede castigar, dominar, ni coaccionar y, desde luego, no es la finalidad de la tutoría tener sexo.

   Por desgracia encontramos a muchos dominantes que utilizan el papel del tutor como un paso previo para tener sumisa propia. Estos comportamientos han hecho que la figura del tutor se devalúe muchísimo y que, gran parte de la comunidad BDSM, la mire con recelo. Usan la tutoría como un disfraz para acercarse a alguien, influir en ella, ganarse su confianza y, tras eso, traicionar esa confianza convenciéndola de que la tutelada debe mostrar respeto a su tutor obedeciéndole y satisfaciendo sus deseos. Por que claro, ¿cómo voy a enseñarte lo son los azotes si no te azoto?, ¿cómo voy a explicarte qué se siente al someterse si no te sometes a mí?

   Para mí, aquí está el error. El tutor, salvo excepciones, no tiene por qué practicar nada con su tutelado. No es necesario que practique que se siente al ser azotado, o atado, u obedeciendo. Todas esas cosas, se aprenderán con la pareja con quién se decida establecer la relación BDSM. El tutor está ahí para resolver dudas y escuchar, para ofrecer la visión de la experiencia, pero, fundamentalmente, para permitir que el tutelado experimente y se equivoque por sí mismo dentro de un cierto margen de seguridad. No creo que el tutor deba evitar cualquier daño, debe minimizarlos. Debe dar herramientas al tutelado para que éste sepa como desenvolverse, cómo protegerse, cómo valorar, cómo iniciar una relación y cómo y cuándo ponerle fin... Pero no puede ni debe imponer ni exigir. Un tutor no establece normas. Es alguien que está ahí para cuando se le necesita. No da clases magistrales, no impone un horario, no propone un plan de estudios, no examina al tutelado. Simplemente charla con el tutelado sobre lo que éste quiera saber, respetando sus tiempos e intereses. Puede proponer temas que el tutelado desconozca por completo, pero será decisión de éste si quiere debatirlos o no. Y si, hay ciertas enseñanzas que son prácticas, pero se realizarán desde la objetividad. Si enseñas a alguien a azotar, es útil que lo haga sobre una persona, para probar distintos materiales, ver el tono que toma la piel, etc. Pero eso no significa que deba tener una sesión con una sumisa. Puede probarlo en sí mismo o en el tutor si éste se presta a ello.

   Y ésto me lleva a una de las ideas más extendidas sobre la tutoría: que un dominante es quién tutela a una sumisa. 
   Desde mi punto de vista, justo ésto es lo que ha propiciado esa visión del tutor como paso previo a ser el Amo de la tutelada. Algo, por otra parte, que puede ser que ocurra, pero que no es la finalidad de una tutoría. El tutelado es alguien que necesita guía u orientación y resulta que no solo los sumisos necesitan aprender. También los Dominantes necesitan instrucción en ciertas materias, también ellos tienen dudas y pueden requerir una guía, un consejo o simplemente un hombro donde desahogarse. 
  El tutelado, por tanto, puede ser de cualquier sexo y cualquier rol; hombre, mujer, sumiso, dominante o switch. Y aún voy más allá. Se qué no es una visión muy ortodoxa, pero considero que el tutor también puede ser de cualquier sexo y rol. A un sumiso no tiene por qué tutelarle un Dominante, puede perfectamente ser tutelado por otro sumiso más experimentado. De hecho, me parece lo ideal. Un sumiso entenderá mejor los sentimientos que generan la sumisión y no confundirá tutelar con dominar. De igual modo, un Dominante debería tener la humildad suficiente para reconocer cuando un sumiso le aventaja en conocimientos y experiencia y aprender de él. No veo nada malo en que un sumiso que lleva años practicando shibari tutele a un Dominante que acaba de descubrir que las cuerdas existen. Y es que, un tutor, no tiene que saber de todo y enseñar de todo. Uno puede buscar un tutor para una práctica en concreto, no para poner la dirección de su vida en sus manos.

   Por tanto, las posibilidades son de lo más variadas. Un tutor (de cualquier género y rol) puede tutelar a sumisos, Dominantes, switch o incluso a parejas. A tantos como tenga tiempo de atender; teniendo en cuenta que, al igual que no debe imponer nada a sus tutelados, tampoco éstos pueden exigir nada al tutor. Se pueden tener varios tutores, según los temas que se quieran aprender y, algo que se que la mayoría no compartirá conmigo, puedes tener un tutor aunque ya tengas Amo o sumiso; esto último, obviamente, con el conocimiento de tu pareja.


No quiero extenderme demasiado, aunque el tema daría para charlas sin fin. Para concluir, voy a tomar prestada la reflexión de alguien a quien valoro y aprecio. Cuando tuteles a alguien y te plantees realizar alguna práctica con esa persona, párate un momento a responder honestamente a la siguiente pregunta: ¿le trataría del mismo modo si fuera del sexo contrario o de otro rol? Si la respuesta es “no”, analiza el motivo.