martes, 8 de septiembre de 2015

A LOS MIEMBROS Y MIEMBRAS

   Queridos, queridas, lectores y lectoras:

   Todos y todas los y las que practicamos BDSM sabemos que la base de estas relaciones es el respeto. Puede ser que lo llevemos poco a la práctica, pero eso es otra historia. La teoría la conocemos bien casi todos y todas; respeto a la pluralidad de gustos, de prácticas y de roles. En aras de ese respeto, se alzan voces airadas denunciando el sexismo en el lenguaje BDSM, que no es sino un reflejo del que existe en la sociedad actual. Cuando se opina o se escriben artículos generales se habla de los Dominantes y las sumisas y claro, las Dóminas y los sumisos se sienten ninguneados, apartados, no tenidos en la consideración que merecen.

   Participo con cierta asiduidad en varios grupos de temática BDSM y, por lo que veo, la gran mayoría de los artículos, debates, dudas y consultas son planteadas por sumisas; les siguen en cantidad los post de los Dominantes y, en franca minoría, los de las Dóminas. Los de los sumisos son tan escasos que resultan meramente anecdóticos. Eso sí, cuando se trata de manifestar repulsa a esta tremenda falta de respeto lingüístico, las "minorías participativas" son las primeras en alzar la voz. ¿Cómo osa nadie a escribir como dictan las normas gramaticales en lugar de utilizar un lenguaje políticamente correcto? Da igual el tema que se esté tratando, lo importante es utilizar la @ para que todos y todas se sientan incluídos e incluídas.

   Existen sumisos y sumisas, dominantes hombres y mujeres, amos y amas, esclavas y esclavos, switchs, tops, bottoms, spankers, spankees, crossdresser, travestis, transgéneros, sádicos y sádicas, masoquistas, atadores y atadoras, poygirls, brats, perros y perras, kajirae y kajirus, exhibicionistas, fetichistas... y todos y todas los que me dejo en el tintero bien por no alargarme, bien por desconocimiento.

   Con tanta variedad de roles es lógico pensar que las prácticas también lo serán. Y si a eso sumamos que cada uno y una tenemos unas vivencias, experiencias, gustos, valores, opiniones... la variedad tiende al infinito. De modo que, lo que vale para unos y unas, no vale para otros y otras.

   Honestamente, estoy hasta el gorro (por no decir otra cosa), de la corrección política en el lenguaje. Me resulta artificiosa, forzada y, en ocasiones, hasta ridícula (recordemos el momento glorioso de Bibiana Aído dirigiéndose a los "miembros y miembras")

   Veamos lo que dice la RAE al respecto:

   Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.   La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
   El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.



2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.;  2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en  Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.


   Cierto que el lenguaje es algo vivo y en constante evolución pero, a día de hoy, las normas están claras. Por supuesto, cada cual es libre de escribir como quiera en estos medios, lo que no se puede es exigir a otros que lo hagan igual. 

   Yo soy mujer y soy sumisa. Veo mi mundo desde esa perspectiva, así lo entiendo y así lo expreso. No se cómo es una relación con una dómina, ni cómo lo vive un sumiso. Hablo de lo que pienso, lo que vivo, lo que siento. De modo que, cuando escribo, hablo de sumisas y dominantes, porque es lo que conozco. Eso no significa que ignore la existencia de otros roles ni que los considere menos importantes. El respeto a los demás no está en poner una @; al menos, no para mí. Yo busco el respeto en el conjunto, en el contenido más que en el continente. Y, aunque creo que las formas son importantes, no doy más valor a un escrito porque se dirija a sumisos y sumisas. El sexismo no está en el lenguaje, está en la mente de quién lo lee.

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