El
uso de la safe word o palabra de seguridad comenzó a extenderse al
amparo de los movimientos partidarios del SSC y, más tarde, del
RASK. Duante una escena BDSM, palabras como “no” o “para”
pueden formar parte de la fantasía o el juego, por tanto se hacía
necesaria una palabra que, sin lugar a dudas, indicara que la sesión
debía detenerse de modo inmediato. Puede ser cualquier palabra, que
sea fácil de recordar para todos los implicados y, preferiblemente,
que no sea una palabra de uso común en esas circunstancias (no creo
que nadie exclame “ornitorrinco” mientras le están azotando).
Personalmente, me gustan las palabras cortas, contundentes y sonoras.
Hay quién usa los colores del semáforo para indicar si se debe
bajar la intensidad (amarillo) o detenerla por completo (rojo). En
1992, en la revista alemana S/M-Szene aparece una de las
primeras referencias documentadas que dice “la palabra de
seguridad no debe contener sonidos fonéticamente tenues, para evitar
su mala audición con música ambiental. Tampoco debe contener la
vocal “i”, ya que ésta es difícil de entender si la voz está
tomada”. Sea como sea, la palabra de seguridad debe ser
acordada y conocida por todos los implicados en una sesión y, por
supuesto, inmediata y absolutamente respetada.
Al
menos esa era la idea original. Ahora me gustaría reflexionar sobre
lo que veo hoy en día. Con la proliferación de practicantes de BDSM
muchos de los usos y costumbres han ido modificándose y adaptándose
a los gustos individuales.
Hay
una tendencia que sostiene que no es necesario usar la palabra de
seguridad. Como argumento a su favor, esgrimen que, cuando la sumisa
dice “para”, “no”, “basta”, etc, ellos se detienen, sin
más. No les quito del todo la razón, pero, desde mi punto de vista,
eso constituye también una palabra de seguridad.
Otras
tendencias directamente desechan su uso, como en el Metaconsenso y,
por supuesto, la Old Guard. Ahí, la parte sumisa cede a la dominante
todo el poder de decisión de parar o continuar una sesión.
Cada
uno sabrá que es lo que mejor le funciona. No voy a entrar a
cuestionar si hay que usarla o no porque considero que es una
decisión muy personal y que hay que tener muchos factores en cuenta.
Personalmente, considero que es útil. Si me da un tremendo calambre
en una pierna prefiero decir la palabra de seguridad y parar
rápidamente antes que perder tiempo explicándole lo que me ocurre.
Pero, repito, es una decisión personal.
Pero
de lo que quería reflexionar tras esta introducción es del mal uso
o abuso de la palabra de seguridad. Ocurre demasiado a menudo que,
una buena idea, con el paso del tiempo y la generalización de su
uso, acaba usándose para propósitos muy alejados e incluso opuestos
de los originales. Una de los mayores ejemplos es la palabra de
seguridad; ésta debería ser un escudo, una protección, un sistema
de seguridad... Sin embargo, en demasiadas ocasiones se acaba
conviertendo en un arma, tanto en manos de la parte sumisa como en
las de la dominante.
La
parte sumisa sabe que tiene en la palabra de seguridad el poder de
parar la sesión en cualquier momento. Algo que sin duda se debería
hacer si ocurre algún accidente del que el dominante no se ha
percatado, si la sesión le está causando demasiado daño físico o
moral, si se siente incómoda psicológicamente... ¡cientos de
razones! Lo que no me parece una razón es que, simplemente, no
tienes ganas, o quieres realizar otra práctica distinta de la que el
Dom ha elegido, por no hablar de quienes la usan simplemente para
demostrar quién tiene el poder. Personalmente considero estas
actitudes un abuso de la palabra de seguridad. Esas situaciones se
arreglan dialogando sinceramente con el Dom.
La
parte dominante debe ser consciente de que la palabra de seguridad es
una herramienta que debe usar la sumisa para garantizar la seguridad
de ambos. No es un arma de presión para su uso personal. He leído a
demasiados dominates que dicen que la sumisa “puede usar la palabra
cuando quiera, pero eso pondrá fin a la relación” o bien que si
se usa es que la sumisa “no se está esforzando lo suficiente” o
“no confía en el Amo” o “no quiere complacerle”... Todas las
variantes que se os ocurran de este vil chantaje emocional. Eso hará
que muchas sumisas no usen la palabra aún necesitándola, por temor
a las consecuencias negativa que pueda tener. Se exponen de esta
forma a un daño no solo físico, sino también psicológico, al
pensar que si hacen uso de la palabra de seguridad no son lo bastante
buenas o su entrega no es completa.
Por
tanto, recordemos todos cual es la función de la palabra de
seguridad y usémosla para ello, no para nuestros caprichos
personales. Si eres Dom, no la uses para chantajear a tu sumisa. Si
eres sumisa, no te dejes chantajear ni te aproveches del poder que te
da sobre tu Dom.
Excelente como siempre.... Un error o un mal uso de algo no se convierte en verdad por el hecho de que una parte crea en él. Un beso
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